domingo, junio 5

LA MEGUILA DE RUTH

 

LA MEGUILA DE RUTH HISTORIA DE SHAVOUT



 Introducción

  Dijo Rav Zerá: «Rut no contiene leyes de impureza o de pureza, ni explicaciones acerca de lo prohibido y de lo permitido. Entonces, porqué se escribió? A causa de la bondad del Creador; para difundir la recompensa que reciben los bondadosos» (Rut rabah 2).

La Megilah de Rut, escrita por el profeta Samuel, narra cómo Elimelej, uno de los nobles de la tribu de Yehudah, abandonó la tierra de Israel debido a una grave hambruna para irse a Moab. Allí se casaron sus hijos con mujeres no Judias, Orpah y Rut. Al morir en Moab Elimelej y sus hijos, queda Naomi triste y sola y decide regresar a Israel. Sus dos nueras quieren acompañarla pero trata Naomi de persuadirlas que regresen a su pueblo. Orpah accede mientras que Rut se une a Naomi.

En la tierra de Israel va Rut a espigar el campo del pariente de Naomi, Boaz, quien la trata bondadosamente. Le pide Rut a Boaz que la proteja redimiéndola y desposándola. Boaz trata de que sea otro quien la redima, pero cuando éste se niega, se casa él mismo con ella y conciben a Obed, padre de Ishaí, padre de David. Enumera la narrativa al final de la Megilah las tres generaciones, desde los Patriarcas hasta David, para que él también figure como padre de la nación israelita, y se dice «Hashem de David» (Rut, 2:30), igual que «Hashem de Abraham, de Isaac y de Yaakov» (Ex: 3).

El objetivo de la Megilah es mostrar la Providencia del Altísimo para con sus criaturas, como recompensa a cada cual según sus obras. Vemos, por ejemplo, el caso de Elimelej, que se expatrió de la tierra de Israel para no gastar su dinero entre los pobres, y al final perdió toda su fortuna y tuvo que regresar su viuda sola y desválida. Vemos lo opuesto en el caso de Rut y Naomi, que regresaron a Israel, prefiriendo así la pobreza en la tierra de Israel a una vida de honores en Moab. Por ese mérito fueron dignas de aproximarse a los gobernantes de Israel; ellas dieron luz a la dinastía de David y de ellas provendrá nuestro Mesías.

La narrativa de la Megilah enseña cómo el Todopoderoso lleva a cabo Sus propósitos manipulando las circunstancias para que se realicen las intenciones de los hombres, sin interferir con el libre albedrío. Vemos, por ejemplo que Elimelej partió de Israel al extranjero y sus hijos se casaron con mujeres no Judías. No obstante, el Todopoderoso arregló que proviniera de Rut la dinastía de David. Lo mismo sucedió en el caso de Tamar, acerca de quien decretó el Altísimo que diese a luz a Peretz. También tenemos el caso similar de Jacob, quien fue a vivir con Labán porque vio el Todopoderoso que de Rajel y Leah podia construir el pueblo de Israel. A pesar que todos los impedimentos vinieron del estafador Labán, fue Labán mismo quien causó que cogiera Jacob a Leah y a Rajel, y de éstas, así como de Bilhah y de Zilpah, provinieron las doce tribus. Los episoHashem de Leah, Rajel y Perets forman parte del mismo plan y están mencionados en la bendición de los antiguos de la ciudad a Boaz y Rut el momento de su unión religiosa, donde piden al Todopoderoso que la mujer que se case con Boaz sea como Rajel y Leah y que su casa sea como la de Perets.

Esta es la fuente de la fe en Hashem. A pesar de que el Altísimo se demora a veces en Su recompensa, es un patrón fiel que no reposa hasta que cumple Su palabra. Esto nos enseña hasta qué punto pueden las obras del hombre influenciar su futuro. Aunque Elimelej era de los príncipes de Yehudah, tuvo hijos que se casaron con mujeres Moabitas y murieron sin descendencia. De Rut, que se convirtió con la más profunda sinceridad, se formó el reino de David.

Autoría del Profeta Samuel

La Torah prohibe a, los conversos Moabitas casarse en la congregación de Hashem. Como dice la Biblia: «Ningún hombre Amonita ni Moabita entrará a la congregación del Señor» (Deut. 23:4). A Rut, sin embargo, se lo permitieron, basándose en una ley (halajah) olvidada que dice que la prohibición se refiere sólo a los hombres de Moab, no a las mujeres: «un Moabita, no una Moabita». No obstante, en tiempos del Rey Saúl, Doeg el Edomita, líder del Sanhedrín (corte suprema), trató de descalificar a David del reino proclamando que era inapto para entrar en la congregación de Hashem.

La acusación de Doeg suscitó una controversia. Narra el Talmud que desenvainó Amasá su espada declarando: «Quien no acepte esa halajah morirá atravesado por mi espada. Esta es la tradición que he recibido de la corte de Samuel» [se prohibe un Moabita, no una Moabita].

Le pidieron entonces al Profeta Samuel, que estaba aún en vida, que confirmase la declaración de Amasá. En consecuencia, el profeta escribió la Megilah de Rut como su desición halájica para validar el derecho de David de entrar en la congregación.

Comienza Samuel con el episodio de Elimelej, que aunque era el mas importante de la generación, fue castigado por su avaricia, por temer que vendrían los pobres de Israel a pedirle dinero. Rut, sin embargo, habiéndose comportado bondadosamente con su suegra, y teniendo los tres rasgos de carácter de Israel, la caridad, la modestia y la bondad, mereció engendrar el reino de Israel y el Mesias.

Por tanto, al final de la Megilah, nos recuerda Samuel que el Mesías proviene de Perets (lit. «el que abre brecha»), el rey que se abre camino. Aunque la narrativa contiene la dinastía del Rey David, señalan nuestros sabios que la Megilah quiere enseñar la magnitud de la recompensa de los que son bondadosos. Con este objetivo, nos cuenta en detalle la historia de Elimelej y la vida de Naomi y de Rut con Boaz. En lugar de decir en breve que Rut venía de Moab y se unió a Naomi, nos cuenta sus buenas obras, indicando que a éstas debe el merito de fundar el trono de Israel.

Aprendemos algo sorprendente. A pesar de que la bondad que le mostró Rut a Naomi fue en la tierra de Moab, cuando todavía no era Judía, como lo dijo la propia Naomi, «la bondad que tuvisteis hacia los muertos y hacia mí,» recibió por ella recompensa, ya que después de convertirse se consideré que lo hizo al ser ya Judía.

La Megilah de Rut recalca la gran recompensa de los que son bondadosos con el prójimo. Como les dijo Naomi a Rut y a Orpah, «Que el Todopoderoso les trate con la bondad que tuvisteis con los muertos y conmigo» (4:11,12). Nuestros sabios deducen de allí que proporcionaron sudarios para sus maridos fallecidos, renunciando a sus contratos matrimoniales (ketubot) a favor de Naomi, y además la mantuvieron y compartieron su tristeza. Debido a este comportamiento, mereció Rut de perfeccionarse por su trato con Naomi. También Orpah, por haber acompañado a Naomi cuarenta pasos, mereció que su descendiente Goliat se librara de la muerte durante cuarenta días. Por la bondad con que Boaz atendió a Rut, mereció engendrar el reino de David.

Por eso dice David: «He aquí que he venido con la Megilah (rollo) un libro escrito acerca de mí (Salmos 40-8). Se refiere a la Megilah de Rut, en la que están escritas las alabanzas y la genealogía de David.


El valor de esta Megilah es inestimable, ya que Samuel era el fiel profeta de Hashem, y estaba al mismo nivel que Moisés y Amrán. Parece evidente que la escribió Samuel al final de sus días, y la prueba es que se necesitó el testimonio de Amasá para asegurar la decisión halájica de la corte de Samuel, que David tenía el derecho de entrar en la congregación.

Si la narrativa de la Megilah hubiese sucedido en su tiempo, no habrían necesitado un testimonio oral. No cabe duda que después de esta decisión halájica escribió Samuel el libro para publicar la genealogía de David. Por lo tanto, después de indicar, al final de la Megilah, que Obed era «padre de Ishaí, padre de David» (4:17), tenemos: «y éstas son las generaciones de Perets» (4:18). De este modo exalta a David al trazar su genealogía hasta el hijo de Yehudah, Perets.
Debido a este objetivo, en la Biblia, el libro de los Salmos viene a continuación de la Megilah de Rut, y luego vienen Job, los Proverbios, Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, las Lamentaciones, Daniel, Esther, Esdras (Ezra), y el Libro de las Crónicas. Se escribieron los salmos para enseñar que el sufrimiento de Rut tuvo un desenlace valioso y a que de ella saldría David que rebosaba de cantos y alabanzas ante Hashem.

En consecuencia, Samuel no unió la Megilah de Rut al libro de Jueces que narra los ultimos días de su vida. Cuando vio a David sentado en el trono de Israel, Samuel quiso publicar los orígenes de David, y escribió la Megilah de Rut. Su intención era de diseminar la Providencia de Hashem, cómo Eglón, rey de Moab, por haber honrado a Hashem (Jueces 3:18), mereció que proviniera de él Rut y que de David viniera nuestro Mesías.

Puede uno preguntarse porqué incluyó Samuel a Rut en los Hagiógrafos y no en los Profetas. La respuesta es que hay varios grados de unión al Todopoderoso. Hay once niveles y depende de la preparación del profeta. El libro de Samuel se escribió con el nivel de profeta, mientras que Rut fue con el nivel de hagiógrafo.

Otro objetivo de la Megilah es de señalar el impacto a largo término de nuestras obras. A pesar de que Elimelej era descendiente de Najshón ben Aminadav, no le valió el mérito de sus antepasados, y cuando dejó Israel, fue castigado. Esta es una gran enseñanza del libro de Ruth.


Según otra opinión la intención de la Megilah de Rut es de anunciar la raíz del Mesías, hijo de David, que es lo más importante de la Torah, y las visiones de todos los profetas se refirieron exclusivamente al tiempo del Mesías. Declara la Megilah que viene de la tribu de Yehudah, de familia de reyes. Por lo tanto, es digno de reinar sobre todo el mundo, de juzgar al pobre y de oprimir a su opresor. Entonces vendrán todos los pueblos a reconocer el Nombre de Hashem.

 

 Por qué se lee en Shavuot?

Se lee la Megilah de Rut en Pentecostés y se recita la bendición de leer la Megilah. Hay quienes la leen sin bendición. Nuestros sabios ofrecen muchas razones para explicar porqué se lee la Megilah de Rut en Pentecostés.

1) La acción se desarrolla en el tiempo de la cosecha de cebada y Pentecostés es el momento de esta cosecha.

2) Nuestros antepasados sólo recibieron la Torah, el pacto, a través de la circuncisión el baño ritual y el vertimiento de sangre. De igual modo, Rut se convirtió. Observan nuestros sabios que si se lee Rut en Pentecostés, en el tiempo que recibimos la Torah, es para señalar que la Torah sólo se recibió a través de sufrimientos y de pobreza. «Dijo la Torah a Hashem: «Si los ricos me estudian, se enorgullecerán. Pero cuando los pobres me estudien y sean concientes de que son hambrientos y bajos, no se enaltecerán» «.

Fuera de Israel, la Megilah de Rut se lee el segundo día de la pascua de Shavuot, que equivale al 7 de Siván, día en que se nos dio lo esencial de la Torah.

3) Tan sólo quien se satisface con poco puede transmitir la Torah. Este es el indicio de la cosecha de cebada. Rut, a quien le bastó la cebada, el pan de los pobres, tuvo por descendiente el Rey Salomón, quien transmitió la Torah con su sabiduría.

4) No se debe de partir de la tierra de Israel como lo hizo Elimelej. La única circunstancia en que esto se permite es cuando se va para estudiar Torah.

5) No se debe uno separar de la Torah por ningún motivo, sea por pobreza, por tensión, por tener que mudarse, ni por tiempos de aflicción en el mundo, ya que Rut pasó por todos estos problemas y a pesar de ello siguió apegada a la Torah.

6) Aún cuando el hombre no crece con la Torah y pasa los años de su infancia y juventud en la frivolidad mundana, puede regresar a la Torah y abrir un nuevo capítulo. Rut tenía cuarenta años cuando adoptó la Torah como modo de vida. Quizás fue su ejemplo quien inspiró a Rabí Akibá a comenzar a estudiar Torah a la misma edad.

7) Si el hombre desea estudiar Torah, no ha de hacerlo con la idea de conseguir honores y grandeza, ya que Rut se apegó a Naomi a pesar de la situación de ésta y al final obtuvo honores en este mundo y recompensa en el Mundo Venidero. Como le dijo Boaz: «Hashem te pague tus obras en este mundo y sea tu recompensa completa en el Mundo Venidero.»

8) La Megilah viene a enseñar que tal es la intensidad de la luz de la Torah que los que se convierten abandonan sus vanidades mundanas y se apegan a la tierra de Israel como lo hizo Rut. Esto nos muestra hasta qué punto hemos de honrar la Torah y de esforzarnos a cumplir escrupulosamente todos sus preceptos.

9) El hombre sólo puede estimar haberse unido a la Torah si acepta con firmeza la posibilidad de morir por Ella, tal como lo hizo Rut al decirle a Naomi: «Si mueres, yo también he de morir». Con estas palabras probó haber aceptado de morir por la Torah.

10) No se debe mirar despectivamente al que se convierte, ya que Rabí Akibá, que descendió de conversos, era digno de que se diera la Torah por su entremedio si no le hubiera precedido Moisés. Al subir Moisés a los Cielos y ver a Rabí Akibá, exclamó: «¿Tienes a un hombre como éste y me usas a mí para entregar la Torah?»

11) Todos han de estudiar Torah, tanto ricos como pobres, ya que Boaz era rico y también el mayor sabio de Torah de su generación. Así explicaron nuestros sabios el versículo: «Boaz comía, y bebía y tenía el corazón lleno» [del estudio de Torah] (3:7). También venció Boaz su mala inclinación. De Rut aprendemos que a pesar de su gran pobreza observaba el precepto de espigar, tal como lo veremos más adelante. También era pura y modesta a pesar de su gran belleza.

12) Las mujeres rectas son iguales a los hombres rectos, ya que aunque las mujeres no tienen la obligación de estudiar Torah, sí pueden alcanzar un nivel espiritual elevado, como lo probó Rut llegando a ser rey de Israel uno de sus descendientes.

13) En Shavuot se completa el recuento de los días de contar el Omer, que es un tiempo de din, juicio estricto. En este día leemos la Megilah para que nos inspire a hacer caridad y esto nos proteja del Atributo de Justicia (Din).

14) A través de la Torah mereceremos la Redención. Por lo tanto, leemos la Megilah para inspirarnos a estudiar Torah. De este modo, vendrá pronto nuestro Mesías, de los descendientes de Rut.

15) El bisnieto de Rut, David, es comparado a Moisés, el mayor de los profetas. Moisés sacó a Israel de Egipto, y David salvó a Israel de ser dominado por las naciones. Moisés separó el mar y David los ríos. Moisés dio a Israel cinco libros de la Torah y David cinco libros de Salmos. Por tanto, en Shavuot, el día de la entrega de la Torah, leemos el libro de Salmos.

16) Explican nuestros sabios que hay dos clases de hambres; de pan y de Torah. El versículo «sucedió en los días del juicio de los jueces» es un indicio referente al estudio de la Torah que iba disminuyendo, y va seguido de «había hambre en el país». Debido a ello, el libro de Rut se lee durante la época de la cosecha para recordarnos que el estudio de la Torah es un requisito para la prosperidad.

17) Rut fue purificada y probada por sus sufrimientos durante las siete semanas desde el tiempo de la cosecha hasta Shavuot, igual que lo fue Israel hasta la entrega de la Torah.

18) Ya que éste es el tiempo de la cosecha, la lectura de Rut ha de movernos a observar los preceptos de caridad al pobre, pues por este mandamiento brillará la luz del Mesías.

19) Se lee Rut en Pentecostés, día de la entrega de la Torah. Por tanto, también se ha de leer los libros de la Torah, los profetas y los hagiógrafos.

20) La historia del matrimonio de Rut y Boaz atestigua la autenticidad de la Torah oral entregada a Moisés en el Sinai. La legitimidad de David y del Mesías depende de la distinción halájica «un Moabita, no una Moabita» que es una tradición oral que no ha sido anotada en las Escrituras.

 

 

La Meguilá

(Extraída del libro «Perlas de la Sabiduría, © Ed.Yehuda)


Capitulo I

Y aconteció en los días en que juzgaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y cierto hombre de Belén (Bet Léjem) en judá (Yehudá) fue a establecerse temporalmente en la tierra de Moab (Moav), él y su mujer y sus dos hijos. [2] Y el hombre se llamaba Elimelec (Elimélej), y su mujer llamábase Noemí (Naomí), y sus dos hijos Majalón (Majlón) y Quelión (Kilyon),efrateos de Belén en judá. Y llegaron a la tierra de Moab y se quedaron allí. [3] Y murió Elimelec, marido de Noemí y quedó ella con sus dos hijos. [4] Y ellos tomaron para sí mujeres de Moab. Una se llamaba Orpá y la otra Rut, y vivieron allí diez años. [5] Y murieron Majalón y Quelión, y la mujer se quedó sin sus dos hijos y sin su marido [6]. Y ella se levantó con sus nueras para volver de la tierra de Moab, porque había oído en la tierra de Moab cómo el Eterno se había acordado de Su pueblo dándole pan. [7] Y ella se fue del lugar donde estaba, y sus dos nueras se fueron con ella, y tomaron el camino de retorno a la tierra de judá. [8] Y les dijo Noemi a sus dos nueras: «Andad, volveos cada cual a la casa de su madre. El Eterno será bondadoso con vosotras, como lo habéis sido con los muertos y conmigo. [9] Que el Eterno os dé paz cada cual en la casa de su marido». Luego las besó, y ellas, alzando la voz, lloraron. [10] Y le dijeron: «No, sino que volveremos contigo a tu pueblo». [11] Y dijo Noemí: «Volveos, hijas mías. ¿Por qué queréis venir conmigo? ¿Tengo acaso más hijos en mi seno que puedan ser vuestros maridos? [12] Volveos, hijas mías, id por vuestro camino, porque soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque yo pudiera tener marido esta noche y engendrara hijos, [13] ¿esperaríais que crecieran? ¿Os recluiríais esperándolos y (entretanto) no tendríais marido? No, hijas mías. Me apena mucho por vosotras, pero la mano del Eterno fue contra mí». [14] Y elevaron sus voces y lloraron otra vez, y Orpá besó a su suegra (y se fue). mas Rut estrechose contra ella. [15] Y le dijo Noemí: «He aquí que tu cuñada ya se ha vuelto a su pueblo y a sus Hashemes. Anda tras tu cuñada». [16] Y dijo Rut: «No me ruegues que te deje y que no te siga más, porque dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera hayas de vivir, he de vivir yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Hashem mi Hashem. [17] Donde tú mueras, moriré yo, y allí seré sepultada. Así me haga el Eterno, y más también, si algo, fuera de la muerte, nos separaré». [18] Y cuando Noemí vio que Rut estaba firmemente dispuesta a ir con ella, dejó de hablarle.[19] De tal modo, ambas siguieron su camino hasta que llegaron a Belén. Y ocurrió, cuando llegaron a Belén, que toda la ciudad se puso en conmoción con respecto a ellas, y las mujeres decían: «¿Es esta Noemí?» [20] Y ella les respondió: «No me llaméis Noemi (Naomi, agradable); llamadme Mará (amarga), porque el Todopoderoso ha obrado muy amargamente conmigo. [21] Sali llena, y el Eterno me trajo de regreso vacía. ¿Por qué entonces llamarme Noemí, viendo que el Eterno dio testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?» [22] De tal modo volvió Noemí, y Rut la moabita, su nuera, con ella, quienes regresaron de la tierra de Moab a Belén en la época del comienzo de la cosecha de la cebada.

Capitulo II

Y tenia Noemí un pariente por parte de su marido, un hombre poderoso de la familia de Elimelec llamado Booz (Boaz). [2] Y le dijo Rut la moabita a Noemí: «Permíteme ir ahora al campo a rebuscar entre las espigas en pos de aquel en cuyos ojos hallare gracia». Y (Noemi) le contestó: «Vé, hija mía» [3] Y (Rut) se fue y espigó en el campo detrás de los segadores. Y ocurrió precisamente que esa parcela del campo pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec. [4] Y he aquí que vino Booz de Belén y les dijo a los segadores: «El Eterno sea con vosotros». Y ellos le respondieron: «El Eterno te bendiga». [5] Entonces Booz le preguntó al criado suyo que estaba a cargo de los segadores: «¿De quién es esta joven?» [6] Y respondió el criado que estaba a cargo de los segadores, diciendo: «Es una joven moabita que vino con Noemí desde el campo de Moab, [7] y ella pidió que la dejara rebuscar entre las espigas detrás de los segadores entre las gavillas, de manera que vino y trabajó sin descanso desde la mañana hasta ahora, salvo un momento en que se sentó en la casa». [8] Entonces le dijo Booz a Rut: «¿No oyes, hija mía? No vayas a espigar en otra era, ni te pases de aqui. Quédate en estrecha compañía de mis criadas. [9] Fija tus ojos en el campo donde ellas segaren, y anda tras ellas. ¿No he mandado acaso a los jóvenes que no te toquen? Y cuando estés sedienta, vé a los cántaros y bebe de los que han traído los mozos». [10] Y ella se prosternó, rostro en tierra, diciendo: «¿Por qué he hallado favor a tus ojos para que repares en mí, viendo que soy extranjera?» [11] Y le respondió Booz: «Todo se me ha dicho: cómo te comportaste con tu suegra desde la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y tu tierra nativa, y viniste a un pueblo que no conocías. [12] Recompense el Eterno tu obra, y sea tu recompensa completa del Eterno, Hashem de Israel, bajo Cuyas alas has venido a refugiarte». [13] Y ella contestó: «Halle yo favor a tus ojos, señor mío, porque me has consolado y has hablado al corazón de tu criada, a mí que no soy siquiera como cualquiera de tus criadas». [14] Y le dijo Booz a la hora de comer: «Ven aquí y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre». Ella pues se sentó al lado de los segadores, quienes le alcanzaron trigo tostado, y ella comió hasta saciarse, y se retiró. [15] Y cuando se levantó para espigar, Booz ordenó a sus mozos: «Dejadle espigar (tranquilamente) entre las gavillas, y no la avergoncéis. [16] Y sacad parte de las gavillas de propósito para ella, y dejad que ella la recoja, sin reñirle». [17] Y ella espigó en la era hasta el atardecer, y desgranó lo que había recogido, que fue como una efa de cebada. [18] Y ella cargó con eso y marchó a la ciudad. Y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también Rut lo que le había quedado para comer después de haberse saciado y se lo dio a Noemí. [19] Y le preguntó su suegra: «¿Dónde espigaste hoy, y dónde trabajaste? Bendito sea el que reparó en ti». Y Rut le contó a su suegra con quién había trabajado, y dijo: «El hombre con quien trabajé hoy se llama Booz». [20] Y le dijo Noemí a su nuera: «Sea él bendecido por el Eterno, que no retacea Su benevolencia a los vivos y a los muertos». Y agregó Noemí: «El hombre es pariente cercano nuestro». [21] Y le respondió Rut la moabita: «Sí, y me dijo: Trabajarás con mis mozos hasta que terminen toda mi cosecha». [22].Y le dijo Noemí a Rut, su nuera: «Es bueno, hija mía, que salgas con sus criadas y que no aparezcas en ningún otro campo». [23] De tal modo, Rut espigó junto a las criadas de Booz hasta el fin de la cosecha de cebada y de la cosecha de trigo, y seguía viviendo con su suegra.

Capítulo III

Y le dijo Noemí, su suegra: «Hija mía, ¿no he de buscarte descanso para que te vaya bien? [2] ¿Y no tenemos ahora a nuestro pariente Booz, con cuyas criadas estuviste? He aquí que esta noche zarandeará la cebada en el granero. [3] Lávate pues y úngete y, ponte tus mejores ropas y baja al granero, pero no te hagas conocer al hombre hasta que haya comido y bebido. [4] Y será, cuando se acueste, que mirarás bien dónde se acuesta, y entrarás despues, y descubrirás sus pies y te acostarás tú (allí), y él te dirá lo que deberás hacer». [5] Y Rut le respondió: «Todo lo que me dices he de hacer». [6] Y bajó al granero e hizo conforme a lo que le había recomendado su suegra. [7] Y cuando Booz hubo comido y bebido y su corazón estuvo contento fue a acostarse al término de una parva de trigo, y ella vino despaciosamente y descubrió los pies de él y se acostó. [8] Y aconteció a medianoche que el hombre se asustó y se volvió, y he aquí a una mujer a sus pies. [9] Entonces exclamó: «¿Quién eres tú?» Y ella contestó: «¿Soy Rut, tu sierva. Extiende tu manto sobre tu sierva porque eres un pariente cercano». [10] Y él le contestó: «Bendita seas tú del Eterno, hija mía. Tu proceder ahora ha sido todavía más virtuoso que el anterior, desde que no fuiste tras los jóvenes, ya fueren. pobres o ricos. [11] Y ahora, hija mía, no temas. Te
haré todo lo que tú digas, porque todos los hombres en el portón (de la ciudad) saben que eres una mujer virtuosa. [12] Además es cierto que soy pariente cercano, pero hay uno más cercano que yo. [13] Pasa tranquila la noche, y será por la mañana que si él quiere redimirte como pariente cercano, que lo haga, pero si no deseare cumplir su parte como pariente tuyo, vive el Eterno que yo he de cumplir mi parte como pariente tuyo. Duérmete pues hasta la madrugada». [14] Y ella siguió acostada a su pies hasta el alba, y se levantó antes de que un hombre pudiera distinguir a otro. Porque él había recomendado: «No se sepa que vino mujer al granero». [15] Y había dicho también: «Trae el manto que tenías puesto y tenlo bien». Y ella lo tuvo bien, en tanto que él lo llenó con seis medidas de cebada. Y ella se fue a la ciudad.
[16] Y cuando llegó a (presencia de) su suegra, ésta preguntó: «¿Eres tú, hija mía?» Y ella le contó todo lo que el hombre le había hecho. [17] Y dijo: «Estas seis medidas de cebada él me las dio diciéndome que no fuera con las manos vacías a mi suegra». [18] Y dijo Noemí: «Siéntate tranquila, hija mía, hasta que sepas cómo caerá la cosa, porque el hombre no descansará hasta que haya acabado este asunto hoy mismo».

Capítulo IV

Y Booz subió al portón (de la ciudad), y sentóse allí, y aceptó a pasar por allí el pariente de quien había hablado Booz y le dijo: «¡Oh! ¡Eres tú! Ven, siéntate aquií». Y se sentó. [2] Y Booz tomó a diez hombres de los ancianos de la ciudad, y dijo: «Sentaos aquí». Y se sentaron. [3] Y le dijo a su pariente: «Noemí ha vuelto del campo de Moab y vende la parcela de tierra que era de nuestro hermano Elimelec. [4] Y yo pensabe avisarte de ello, diciendo: Adquiérela delante de los que están sentados aquí y delante de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimirla, redímela: pero si no quieres redimirla, dímelo, porque no hay nadie para redimirla fuera de ti, y yo estoy después de ti». Y él contestó: «La redimiré». [5] Entonces dijo Booz: «El día que compres el campo de la mano de Noemi también adquirirás (por mujer) a Rut la moabita mujer del difunto, para perpetuar el nombre del difunto sobre su herencia». [6] Y dijo el pariente: «Entonces no podré redimirlo para mí, para no perjudicar mi propia herencia. Toma pues mi derecho de redención sobre ti, porque no puedo redimir (el campo)». [7] A la sazón esta era la costumbre en Israel en lo concerniente a redenciones y cambios, y confirmaciones de negocios: un hombre se quitaba el calzado y lo daba al otro, y esto servía de testimonio en Israel. [8] El pariente le dijo a Booz: «Cómpralo tú mismo». Y se quitó el calzado. [9] Y Booz anunció a los ancianos y a todos los presentes: «Sois testigos en este día de que he comprado todo lo que era de Elimelec y todo lo que era de Quelión y Majalón, de la mano de Noemí. [10] Además a Rut la moabita, mujer de Majalón, la he adquirido para ser mi mujer, a fin de que se perpetúe el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del difunto no sea cortado de entre sus hermanos, y del portón de su lugar. De ello sois testigos en este día». [11] Y todos los que estaban en el portón, y los ancianos, dijeron: «Testigos somos, y haga el Eterno a la mujer que ha entrado a tu casa como Raquel (Rajel) y como Lía (Leá) las dos que edificaron la casa de Israel. Y hazte fuerte en Efrat y sé famoso en Belén. [12] Y sea tu casa como la casa de Farés (Péretz), que Tamar le parió a judá, de la simiente que el Eterno te dará de esta joven». [13] De tal suerte Booz tomó a Rut y ella fue su mujer, y él llegose a ella, y el Eterno la hizo concebir, y ella tuvo un hijo. [14] Y las mujeres (de la ciudad) le dijeron a Noemí: «Bendito sea el Eterno, que no te ha dejado hoy sin un pariente cercano, y sea su nombre famoso en Israel. [15] Y será para ti un restaurador de vida y un sustentador en tu vejez, porque tu nuera, que tanto te ama, que es mejor para ti que siete hijos, lo ha engendrado». [16] Y tomó Noemí al niño, y lo puso en su regazo, y fue su aya. [17] Y las mujeres que eran vecinas suyas le dieron un nombre, anunciando: Le ha nacido un hijo a Noemí», y le llamaron Obed (Oved). él fue padre de Isaí (Yishai), padre de David. [18] Y estas son las generaciones de Farés: Farés engendró a Hezrón (jetzrón), [19] y Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab (Aminadav), [20] y Aminadab engendró a Nasón (Najshón), y Nasón engendró a Salmón (Salmá), [21] Y Salmón engendró a Booz (Boaz), y Booz engendró a Obed, [22] y Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.

Rut, grandeza y humildad

Extraído de Nosotros y el tiempo. Rab Eliahu Kitov

Cuando Rut decidió acompañar a Naomí para vivir en medio de un pueblo que le era desconocido, procuró ser tratada sólo como una mera criada que sirve a su ama. Cuando su ama muriera, también su vida finalizaría, pues no tenía ninguna otra razón por la cual vivir más que para servir a Naomí. Nunca pensó que se casaría con un hombre de Bet Léjem de la tribu de Iehudá. Ella era una moavita, ¿quién destruiría su simiente por ella? Pues la Torá establece (Deuteronomio 23:4): No entrará amonita ni moavita en la congregación de Di-s… por toda la eternidad. Esta prohibición no parecía hacer distinción entre hombres y mujeres, así como la prohibición (Deuteronomio 23:3,8,9) de aceptar un edomita, un egipcio o un mamzer -«bastardo», hijo de una unión ilegítima- no discrimina entre hombres y mujeres.

Pero el Santo, bendito sea, quien crea la luz del Mashíaj, tenía un plan diferente. En las primeras generaciones luego de la entrega de la Torá nunca surgió el interrogante respecto de si esta prohibición de aceptar un amonita o moavita como parte del pueblo judío incluía tanto a hombres como a mujeres. Por ello, la halajá -decisión legal- sobre este asunto nunca había sido enseñada y por lo tanto no existía ninguna tradición al respecto. Hasta entonces nunca hubo un solo moavita digno de ser incluido en la congregación de Di-s. Fue sólo en la generación de Boaz y Rut cuando se planteó por vez primera dicha pregunta.

Entonces los Sabios se sentaron para analizar el caso y llegaron a la conclusión de que [la prohibición de] la Torá se refería a un amonita y no a «una amonita», a un moavita y no a «una moavita». Se debe resaltar que la Torá, cuando hace referencia a las prohibiciones de aceptar edomitas, egipcios y mamzerím, utiliza la forma masculina, aunque éstas también incluyen a las mujeres; sin embargo, la prohibición referente a los amonitas y moavitas es diferente, pues la Torá nos proporciona además el motivo de la misma: [No entrará amonita ni moavita en la congregación de Di-s]… Por cuanto no salieron a recibiros con pan y agua en el camino cuando salisteis de Egipto (Deuteronomio 23:5).

Esta afirmación no puede ser aplicada a las mujeres, pues no es usual que las mujeres salgan para proveer provisiones a los viajeros. Por otro lado, la prohibición de admitir en el pueblo judío a un edomita o a un egipcio [durante tres generaciones] y a un mamzer [para siempre] no presenta una razón adjunta y se aplica a hombres y mujeres por igual.

En la generación de Boaz Di-s iluminó las mentes de los Sabios que dilucidaron esta halajá, pues en ese entonces la misma tuvo aplicación práctica. Todo el pueblo de Israel estaba esperando por [el surgimiento de] Rut, quien volvía de los campos de Moáv para que la luz del Mashíaj se revele a través de ella.

Cuando Rut se unió a la congregación de Di-s, esta halajá fue olvidada una vez más por muchos Sabios y comenzó a surgir nuevamente la duda al respecto. Esta duda, que persistió en las generaciones subsiguientes entre los Sabios, también era parte del plan Divino, pues la puerta no debía dejarse abierta para todas aquellas moavitas que quisieran formar parte de la congregación de Di-s. Además, existía otra razón oculta que debía revelarse sólo cuando llegara el momento de permitir que la luz del Mashíaj brillara en todo su majestuoso esplendor. El Mashíaj debía pasar primero por etapas de miedo y estremecimiento. De este modo el camino del Rey Ungido -David- estaría siempre entre dos extremos: profundidades abismales por un lado, y cumbres Celestiales que conducen al Trono Celestial por el otro.

Esto es lo que la sabiduría Divina había decretado. El camino por el cual transitaría el Rey Ungido debía ser preparado con grandeza y humildad: grandeza sin parangón y humildad sin comparación. Las puertas de la sabiduría de la Torá y las profundidades de su verdad fueron abiertas a los Sabios en beneficio de Rut, para que ella pudiera casarse con Boaz. Boaz era el jefe del Sanhedrín -Corte Suprema de Justicia judía- y el líder del pueblo luego de la muerte de Elimélej. Su grandeza estaba a la vista, constituía un cimiento de soberanía. Por otro lado, Rut -una moavita conversa que recogía espigas detrás de los segadores- representaba la encarnación de la humildad misma, otros de los cimientos sobre los cuales se yergue la soberanía. El Santo, bendito sea, quien conoce la esencia del corazón, percibió también los concurrentes aspectos ocultos de sus personalidades: la humildad de Boaz y la grandeza de Rut.

Cuando dos gigantes espirituales se unen en matrimonio, ¿quiénes son sus hijos? Son, sin duda, héroes de una magnitud colosal. ¡Boaz se casó con Rut y David fue su descendiente! David, sobre quien el versículo declara: Es hábil en tañer, y poderoso en valor, hombre de guerra y perspicaz, un hombre de personalidad, y Di-s está con él (I Samuel 16:18).

Hábil en tañer – se refiere a su gran conocimiento de mikrá [Torá Escrita].

…y poderoso en valor – se refiere a su conocimiento de Mishná [la Torá de Oral].

…hombre de guerra – pues sabía cómo «luchar» en la «batalla» de la Torá.

…perspicaz – en su realización de buenos actos.

…un hombre de personalidad – en el Talmud, pues dio un nuevo brillo a la Halajá.

…y Di-s está con él – ya que la Halajá se decide siempre según su opinión (Rut Rabá 4).

Naomí tuvo el mérito de que sus intenciones coincidieran con el plan Divino. Luego de que Rut se convirtiera en su «hija», la envió a Boaz para que el reinado no se apartara de su casa. Rut nunca se hubiera imaginado que ella heredaría la más preciada de las Coronas de Israel: el Reinado. En su humildad, se habría contentado con casarse con un pobre y simple joven, expresando constantemente su gratitud por haber merecido formar parte de la herencia de Di-s. ¿Cómo podía pretender ascender a las más elevadas alturas?

Rut habría podido escapar de la grandeza, pero no lo hizo, por cuanto dijo: «Ahora soy hija de Naomí. Haré que la grandeza retorne al lugar que le corresponde. Todo lo que soy es gracias a Naomí. Soy toda suya. Incluso aquellos rasgos que no son naturalmente míos, los convertiré en parte de mí. Por Naomí, vestiré incluso ropajes de realeza: …todo lo que me ordenes, haré» (Rut 1:5).

Y Boaz le dijo a Ruth…

extraido de El jardin de las almas

«Y Boaz le dijo a Ruth…»

Y Boaz le dijo a Ruth, «¿No oyes, hija mía? No vayas a espigar a otro campo, ni tampoco pases de aquí… Fija tus ojos en el campo donde ellas segaren y anda en pos de ellas. He ordenado a los criados que no te toquen. Cuando tuvieres sed, ve a las vasijas y bebe el agua que han sacado los criados».
(Ruth 2:8-9)

Y Boaz le dijo a Ruth: Boaz representa el intelecto divino, el sejel, como está escrito, «La sabiduría le da fuerza (oz) al sabio» (Eclesiastés 7:19). Ruth representa el alma, el nefesh, que es la fuente de todas nuestras palabras en la plegaria, en la canción y en la alabanza. Los sabios aludieron a esto cuando dijeron, «¿Por qué su nombre era Ruth? Porque de ella saldría David, quien sació (RiVáH) al Santo, bendito sea, con canciones y alabanzas» (Berajot 7b).

¿No oyes, hija mía?: 
Él la llama su hija, porque el alma es la hija del intelecto divino, como vimos más arriba. El intelecto le dice al alma que escuche, que oiga las palabras de la plegaria, como en la afirmación de los sabios citada arriba: «Que tus oídos escuchen lo que estás diciendo con los labios» (Berajot 15). Escucha cuidadosamente y presta atención a lo que las palabras están diciendo, escucha cada una rogando, «No te vayas, no nos dejes detrás».

Esto está aludido en las palabras, no vayas a espigar a otro campo. Porque todas las letras y las palabras de las plegarias son preciosos ramilletes recolectados en los campos superiores. Y cada palabra le ruega al alma que no la deje detrás, que no se vaya a recolectar otros ramos, pero esto es imposible. Debes continuar y juntar más, debes continuar con el resto de la plegaria.

ni tampoco pases de aquí
: es decir, incluso si pasas a otra palabra, no dejes la primera. La única manera de hacerlo es alcanzar el objetivo final, tal y como se vio más arriba. Y esta idea está aludida en las palabras que siguen:

Fija tus ojos en el campo donde ellas segaren: Uno debe centrarse en el objetivo último; segar simboliza el objetivo último de la creación, porque cosechar es el objetivo de arar y de sembrar.

He ordenado a los criados que no te toquen: Estas palabras aluden a la idea de cerrar los ojos, porque uno debe cerrarlos con fuerza para centrarse en el objetivo último. Sin esto es imposible contemplar la meta. La palabra hebrea para «He ordenado» es TZiVITi, una expresión que también tiene la connotación de sujetar y atar. Uno tiene que sujetar y atar la visión al objetivo, cerrando con fuerza los ojos ante las vanidades de este mundo. Los ojos son llamados «criados», porque ellos son los que sirven al intelecto divino. La visión es el agente y el emisario del intelecto, como vimos más arriba.

…que no te toquen
 (Heb. niguesh). Esto alude a las aflicciones (nigaim) del alma, porque cuando la visión se disipa y uno se distrae con todas las cosas que están enfrente, cuando uno no logran cerrar con fuerza los ojos como para no mirar a este mundo, el alma se aflige. Uno tiene que «ordenar a los criados», es decir, cerrar con fuerza los ojos, para no mirar las vanidades de este mundo ni siquiera de reojo, para no afligir el alma. Entonces uno puede mirar el objetivo último. Y al observar el objetivo último, todos los sufrimientos desaparecen, tal como se explicó más arriba.

Sin embargo, más tarde, cuando uno retorna del estado del bitul (auto trascendencia) el sufrimiento se siente con más intensidad que antes. Esto es debido a la sed del alma. Y entonces: Cuando tuvieres sed, ve a las vasijas y bebe el agua que han sacado los criados. Pues la manera de apagar la sed del alma es logrando nuevas percepciones de Torá. Las obtenemos del cerebro, el recipiente del intelecto, mediante el vestigio que permanece luego de la experiencia del bitul. Es de aquí que el alma bebe para saciar su sed. Bebe el agua que han sacado los criados: Porque los criados, los ojos del intelecto, traen nuevas percepciones de Torá a partir del vestigio que queda después de contemplar el objetivo último. Mediante esto el sufrimiento desaparece y se aplaca la sed del alma.


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