Parashá 33 BeJukotai
Levítico 26:3 – 27:34
Aliyás de la Torá:
- 26:3-5
- 26:6-9
- 26:10-46
- 27:1-15
- 27:16-21
- 27:22-28
- 27:29-34
- Maftir: 27:32-34
Haftará: Jeremías 16:19 – 17:14
BeJukotai
Significa “en mis estatutos”.
Primera aliyá, 26:3-5
26:3 “Si andáis en mis estatutos y guardáis mis mandamientos para ponerlos por obra” (LBLA) – La palabra hebrea que ha sido traducida como “mis estatutos” es jukotai. Como hemos dicho antes, un mandamiento que es denominado juk es un tipo de mandamientos que no tiene una explicación lógica y entendible a primea vista. Este es el tipo de mandamientos más difícil para el hombre, porque no solamente tiene que esforzarse para cumplirlo, sino también tiene que librar una batalla en su mente a la hora de obedecerlo. Como no entiende bien la razón por la que tiene que cumplir ese tipo de mandamientos, la mente natural tiende a revelarse y despreciar el juk, cf. v. 15, 43. Por esta razón, la mente que no haya sido transformada por la Torá no ayudará al hombre a poner por obra los mandamientos de carácter juk. El juk es el mandamiento que más eleva al hombre espiritualmente, porque crea en el hombre una obediencia sin lógica, sin que la mente le apoye y así le obliga a subir a un nivel espiritual más alto. La obediencia al juk tiene que ver con una relación de Padre-hijo. El hijo no entiende por qué el padre le ordena algo, pero obedece simplemente porque el padre lo ha dicho, no porque haya una explicación del por qué tiene que hacer esto o aquello. Nuestra obediencia al mandamiento juk crea una relación de obediencia en un nivel más profundo en espíritu y en amor. Aunque no entendamos, obedecemos, simplemente porque Papá nos lo ha dicho. Por lo tanto el juk nos eleva por encima de lo natural, de lo lógico, de lo que es obvio, según el razonamiento humano, y nos lleva a una altura espiritual de relación y de revelación profundas con nuestro Padre celestial. Los mandamientos de carácter juk están íntimamente ligados al Mesías. Por eso son tan importantes.
Además de tener que enfrentar la resistencia para cumplir el mandamiento juk en nuestro cuerpo y en nuestra mente, recibimos también los ataques de los enemigos de la Torá. Como ellos no pueden entender la razón por la que fueron dados estos estatutos, se burlan de nosotros y de nuestro Padre que nos dio la Torá para ser cumplida.
Así que, la tentación principal que tenemos es que dejemos de cumplir los mandamientos de carácter juk. Esta es la razón por la que este texto primero menciona este tipo de mandamientos. Si andamos en las jukot de HaShem y guardamos el resto de sus mandamientos poniéndolos por obra, no solamente estudiándolos o hablando de ellos o pensando en cumplirlos, sino verdaderamente transformándolos a una convivencia diaria en nuestras vidas, ENTONCES recibiremos todas las bendiciones que están involucradas en el pacto.
Este versículo empieza con una de las palabras más importantes de las Escrituras: “si” condicional, en hebreo im. Esta palabra pone al hombre en una posición de autoridad para elegir. Con la entrega de la Torá el hombre ya no es un esclavo, es libre. Tiene la libertad para elegir entre la bendición y la maldición. Tiene el poder en su boca y en sus manos para escoger entre la vida y la muerte. Esta autoridad fue dada al pueblo de Israel por medio del pacto en Sinai.
Esto nos enseña que cada uno de nosotros tiene la capacidad en nuestras bocas y en nuestras manos para cambiar el rumbo de nuestras vidas. Pero ese poder no lo tenemos en nosotros mismos, sino que HaShem nos lo ha dado. Por medio de la entrega de su Torá y los pactos a Israel, hemos recibido la autoridad para dirigir nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos. Y por medio del Mesías, los gentiles podrán entrar en el Israel celestial y obtener los mismos privilegios. Nosotros podemos elegir cómo queremos que sea nuestro futuro.
Es posible que nuestra situación pueda ser miserable por las maldiciones que nos hayan alcanzado por nuestros propios pecados, los pecados de nuestros padres y de nuestra nación. Pero HaShem nos ha dado el poder para cambiar el futuro de nuestras vidas y de nuestra nación. ¿Cómo se manifiesta ese poder? Por medio de una sola palabra: im. Si obedecemos los estatutos y el resto de los mandamientos, entonces nuestro futuro y el futuro de nuestra nación será cambiado. Tanto la obediencia como la desobediencia de un individuo puede cambiar el rumbo de una nación entera. Tú tienes en tu mano el poder para cambiar esta nación. ¿Cómo? Por medio de tu obediencia a los mandamientos. ¿Quieres cambiar tu vida para bien? Obedece los mandamientos que te aplican. ¿Quieres cambiar esta nación? Pon las jukot por obra. Si todos los demás pecan, tú no tienes que pecar por eso. Si todos los demás quebrantan la Torá, tú no tienes que quebrantar la Torá por eso. Tú puedes ir en contra de la corriente y ser diferente, ser santo, ser luz y sal. Este es tu llamado. Si quieres ser obediente, HaShem te ayudará a ser fiel en medio de una generación perversa y maligna. El poder está en tu boca y en tus manos, ¡úsalo!
La palabra hebrea im empieza con la primera letra del alfabeto hebreo, la alef. La última letra de la sección de las bendiciones, en el versículo 13, es la última letra del alfabeto hebreo, la tav. Así que en estos versículos hay un resumen de todo el mensaje de las Escrituras desde el principio hasta el fin, desde la alef hasta la tav. ¿Cuál es el mensaje? Si eres fiel serás bendecido en todo sentido. La obediencia es la que trae bendiciones en nuestras vidas. La desobediencia trae maldiciones sobre la vida personal, familiar y nacional. ¿Quieres ser bendecido con riquezas, paz y la presencia de HaShem, según las promesas de estor versículos? ¿Cómo puedes lograrlo? No es por medio del estudio de la Torá. Tampoco es por medio de la oración sin cesar. Ni es por medio de dar dinero a los pobres o a la obra de HaShem. No es por medio de la alabanza u otros sacrificios. Es por medio de la obediencia. La obediencia es mejor que los sacrificios, como está escrito en 1 Samuel 15:22:
“Y Shmuel dijo: ¿Se complace HaShem tanto en ofrendas de ascensión y sacrificios como en la obediencia a la voz de HaShem? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros.” (LBLA revisada)
La obediencia a la Torá de Moshé es el camino a la bendición. La obediencia a los mandamientos que se encuentran en Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio es el camino a la prosperidad, como está escrito en Josué 1:7-8:
“Solamente sé fuerte y muy valiente; cuídate de cumplir toda la Torá que Moshé mi siervo te mandó; no te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas. Este rollo de la Torá no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.” (LBLA revisada)
Alguno dirá: “Es imposible cumplir todos los mandamientos.” “HaShem no dio la Torá para que fuera cumplida porque el hombre no es capaz de hacerlo.”
Entonces surge una pregunta: ¿Por qué el Padre celestial dio una Torá al hombre que le es imposible cumplir? ¿No dice la misma Torá que el mandamiento no es demasiado difícil? como está escrito en Deuteronomio 30:11-16:
“Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?" Ni está más allá del mar, para que digas: "¿Quién cruzará el mar por nosotros para traérnoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo guardemos?" Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes. Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal; pues te ordeno hoy amar a HaShem tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que HaShem tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla.” (LBLA revisada)
Si fuera imposible cumplir la Torá, ¿cómo es posible que David dice de sí mismo que era justo?, como está escrito en 2 Samuel 22:21-25:
“HaShem me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado. Porque he guardado los caminos de HaShem, y no me he apartado impíamente de mi Dios. Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí, y en cuanto a sus estatutos, no me aparté de ellos. También fui íntegro para con Él, y me guardé de mi iniquidad. Por tanto HaShem me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi pureza delante de sus ojos.” (LBLA revisada)
Si fuera imposible cumplir la Torá, ¿cómo es posible que los padres de Yojanán ben Zejariyá podían hacerlo? como está escrito en Lucas 1:6:
“Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor.” (LBLA)
Otro dirá: “La Torá es sólo para el pueblo judío, no para los gentiles”. Es cierto que toda la Torá no es para los gentiles. Pero una parte importante de ella es también para ellos (cf. 1 Tim 3:16)
Si la Torá sólo fuera para los judíos, entonces no habría pecadores entre los gentiles. Como el pecado es la infracción de la Torá, si no hay Torá no hay pecado, cf. 1 Juan 3:4; 1 Corintios 15:56; 1 Timoteo 1:8-11. Si la Torá no es para los gentiles, tampoco hay pecado entre los gentiles y si no hay pecado entre los gentiles, los gentiles no necesitan ser salvos y ¡el Mesías murió en vano por ellos!
26:4 “yo os daré vuestras lluvias en su tiempo, y la tierra dará sus productos, y los árboles del campo darán su fruto.” (LBLA) – El primer resultado de la obediencia es que habrá lluvias desde el cielo en su tiempo. La lluvia en la tierra de Israel es muy importante. Si no hay lluvia no hay alimentos, y si no hay alimentos hay hambre y muerte. Así que la bendición de la lluvia es fundamental para la vida en la tierra de Israel.
Aquí habla de la lluvia en su tiempo. Las lluvias principales en Israel caen en el otoño y en la primavera. En los meses tishrí y jeshván viene la lluvia temprana y alrededor del mes de nisán viene la lluvia tardía. La lluvia temprana es la más fuerte y prepara la tierra para la siembra. La lluvia tardía es menos fuerte pero más importante, porque ayuda a la cosecha a madurar correctamente. Estas dos lluvias son las principales en la tierra de HaShem, como está escrito en Deuteronomio 11:14:
“Él dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite.” (LBLA)
En Joel 2:23 está escrito:
“Hijos de Tsión, regocijaos y alegraos en HaShem vuestro Dios; porque Él os ha dado la lluvia temprana justa, y ha hecho descender para vosotros la lluvia, la lluvia temprana y la tardía como en el principio.” (LBLA revisada)
En Jacobo 5:7 está escrito:
“Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.” (LBLA)
Segunda aliyá, 26:6-9
26:6 “Daré también paz en la tierra, para que durmáis sin que nadie os atemorice. Asimismo eliminaré bestias dañinas de vuestra tierra, y no pasará espada por vuestra tierra.” (LBLA) – La seguridad, cf. v. 5, y la paz son resultados de la obediencia a los mandamientos. Donde no hay obediencia a los mandamientos no hay seguridad ni paz, como está escrito en 1 Tesalonicenses 5:3:
“Cuando estén diciendo: Paz y seguridad, entonces la destrucción vendrá sobre ellos repentinamente, como dolores de parto a una mujer que está encinta, y no escaparán.” (LBLA)
No son los acuerdos políticos de paz y seguridad que traen la paz y la seguridad al mundo, sino la obediencia a los mandamientos que están escritos en la Torá de Moshé, primeramente del pueblo judío, pero también para el pueblo gentil.
26:9 “Me volveré hacia vosotros y os haré fecundos y os multiplicaré y estableceré mi pacto con vosotros.” (LBLA) – Según Rashí, aquí se habla del nuevo pacto que HaShem establecería y que nunca podrá ser quebrantado, como está escrito en Jeremías 31:31-34:
“He aquí, vienen días--declara HaShem-- en que haré con la casa de Israel y con la casa de Yehudá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos--declara HaShem; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días--declara HaShem--. Pondré mi Torá dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: "Conoce a HaShem", porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande--declara HaShem-- pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.” (LBLA revisada)
Tercera aliyá, 26:10-46
26:11 “Pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os aborrecerá.” (LBLA) – La morada se refiere al templo, porque el tabernáculo ya estaba entre ellos. También es una alusión al cuerpo del Mesías Yeshúa, que es la morada de HaShem, como está escrito en Juan 1:14:
“Y la Palabra fue hecha carne, y puso su morada entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (LBLA revisada)
En tercer lugar es una referencia a la nueva Yerushalayim que descenderá sobre la tierra después del reinado mesiánico, como está escrito en Revelación 21:1-4:
“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Yerushalayim, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” (LBLA revisada)
“y mi alma no os aborrecerá” – El aborrecimiento del alma de HaShem implica la expulsión de la tierra.
26:12 “Andaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.” (LBLA) – Esta es la mayor bendición que existe, tener la presencia de Dios en medio de nosotros. Este texto nos enseña que la presencia de Dios se manifiesta como un resultado a la obediencia a los mandamientos.
Como la presencia de Yeshúa HaMashíaj es la expresión del Padre entre los hombres, cuando Él caminó entre los hombres, HaShem caminaba entre los hombres, en su Agente, como está escrito en Isaías 7:14:
“Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Immanuel.” (LBLA)
En Mateo 1:22-23 está escrito:
“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo: HE AQUÍ, LA VIRGEN CONCEBIRÁ Y DARÁ A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRÁN POR NOMBRE IMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS.” (LBLA)
En Juan 14:9b-11 está escrito:
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras. Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas.” (LBLA)
26:14-15 “Pero si no me escucháis y no hacéis todos estos mandamientos si despreciáis mis estatutos (jukotai) y si aborrece vuestra alma mis ordenanzas para no cumplir todos mis mandamientos, para quebrantar mi pacto” (LBLA revisada) – Este texto habla de las consecuencias de la desobediencia al pacto. Como hay un pacto entre HaShem e Israel, hay condiciones y consecuencias para la convivencia entre ambos. La condición para poder permanecer en el pacto y obtener los beneficios del pacto es la obediencia a los mandamientos. Las consecuencias de la obediencia son las bendiciones y las consecuencias de la desobediencia son las maldiciones.
En total hay 49 calamidades en este capítulo que son siete veces siete. El mismo texto nos invita a hacer siete subdivisiones donde se puede encontrar siete calamidades en cada uno, en los versículos 16-17; 19-20; 22; 25-26; 29-31; 32-33 y 36-39.
Según un Midrash,[1] citado por Rashí, en los versículos 14-15 se pueden encontrar siete pasos de apostasía, que causan que cada vez haya siete correcciones. Los siete pasos son:
No me escucháis – No estudiar la Torá.
No hacéis todos estos mandamientos – No obedecer los mandamientos.
Despreciáis mis estatutos – Despreciar a los que obedecen.
Vuestra alma aborrece mis ordenanzas – Odiar a los estudiosos de la Torá.
A fin de no cumplir – Intentar de hacer que otros no cumplan la Torá.
Todos mis mandamientos – Negar que los mandamientos fueron dados por Dios.
Quebrantar mi pacto – Negar la existencia de Dios.
26:16 “yo, por mi parte, os haré esto: Pondré sobre vosotros terror súbito, consunción y fiebre que consuman los ojos y hagan languidecer el alma.” (LBLA) – Según Rashí, la consunción es una enfermedad que consume la carne después de haberla hinchado.
26:18 “Y si aun con todas estas cosas no me obedecéis, entonces os castigaré siete veces por vuestros pecados.” (LBLA revisada) – La palabra hebrea que ha sido traducida como “castigaré” es yasar,[2] que significa “corregir”, “disciplinar”, “sufrir”. Este texto nos enseña que HaShem manda estos sufrimientos con el fin de producir teshuvá, arrepentimiento, en el pueblo para que le obedezca. Es el mismo propósito que un padre tiene cuando corrige a su hijo para que aprenda a comportarse correctamente, como está escrito en Hebreos 11:5-11:
“Habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: HIJO MÍO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR ÉL; PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.” (LBLA)
El propósito de HaShem para enviar las maldiciones, que vienen como consecuencias de la desobediencia, es corregir la conducta del pueblo.
“entonces os castigaré siete veces por vuestros pecados” – Como hubo siete pecados de apostasía, hay siete correcciones tormentosas.
26:23 “Y si con estas cosas no os enmendáis ante mí, sino que procedéis con hostilidad contra mí” (LBLA) – La misma palabra yasar, que aparece en el versículo 18 aparece también en este versículo. Aquí fue traducida en LBLA como “os enmendáis” y en RV como “fuereis corregidos”. La misma palabra también aparece en el versículo 28. Esto nos enseña que el propósito de estas maldiciones no es tanto castigar, condenar o rechazar a los desobedientes del pueblo de HaShem, sino corregirlos para que se vuelvan de sus malos caminos a su Padre celestial y obedezcan la Torá.
26:24 “entonces yo procederé con hostilidad contra vosotros; y yo mismo os heriré siete veces por vuestros pecados.” (LBLA) – El Padre celestial va aumentando la severidad de la corrección cada vez más si el pueblo se obstina a pecar. Esto es un ejemplo para aquellos padres que tienen hijos rebeldes. Si la rebeldía no es corregida en el hijo, hay que ir aumentando las medidas de corrección hasta que haya una humillación en el hijo. Cuanto más temprano se haga esto en el hijo, más fácil es domar su rebeldía. Así como HaShem educa a sus hijos, así nosotros educamos a nuestros hijos.
26:25a “Y traeré sobre vosotros una espada que ejecutará venganza a causa del pacto” (LBLA) – Todos estos desastres han venido sobre los hijos de Israel precisamente por causa del pacto que hay. Ser privilegiado implica también tener una mayor responsabilidad. Del que ha recibido mucho, más se le demandará, como está escrito en Romanos 2:9-11:
“Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego; pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego. Porque en Dios no hay acepción de personas.” (LBLA)
26:28 “entonces yo procederé con hostilidad airada contra vosotros, y yo mismo os castigaré siete veces por vuestros pecados.” (LBLA) – La expresión “siete veces” aparece cuatro veces en este capítulo. Podríamos multiplicar siete por las cuatro y llegar al resultado 28. Esto nos puede dar una pista de que el pueblo de Israel, o parte de él, tendría que sufrir el exilio bajo la opresión de las naciones durante 28 siglos. La primera invasión que trajo la deportación de las dos tribus y media, Reuvén, Gad y la media tribu de Menashé, ocurrió en el año 733-732 a.E.C.[3] Fue hecha por el rey de Asiria Tilgat-Pilneser, cf. 1 Crónicas 5:26. De esto aprendemos que el pueblo de Israel ha estado sufriendo por causa del exilio durante 28 siglos desde entonces hasta ahora.
26:31 “También dejaré en ruinas vuestras ciudades, desolaré vuestros santuarios y no oleré vuestros suaves aromas.” (LBLA) – Aquí habla de la destrucción de los dos templos y de todo tipo de lugares sagrados, sinagogas y casas de estudio. El concepto de la destrucción del templo no aparece por primera vez en los Profetas, sino aquí en la Torá de Moshé, como una pequeña semilla, cf. Oseas 8:1; Miqueas 3:12; Isaías 64:10-11; Jeremías 26:18; 30:18; Daniel 9:26. Los profetas no introducen cosas nuevas, sino desarrollan las cosas que ya están en la Torá de Moshé, algunas de ellas escondidas.
26:33 “A vosotros, sin embargo, os esparciré entre las naciones y desenvainaré la espada en pos de vosotros, y vuestra tierra será asolada y vuestras ciudades quedarán en ruinas.” (LBLA) – Aquí es anunciado el exilio del pueblo. El exilio es un resultado de la desobediencia a los mandamientos, especialmente los mandamientos de los años sabáticos y la idolatría.
26:40-41 “Si confiesan su iniquidad y la iniquidad de sus antepasados, por las infidelidades que cometieron contra mí, y también porque procedieron con hostilidad contra mí (yo también procedía con hostilidad contra ellos para llevarlos a la tierra de sus enemigos), o si su corazón incircunciso se humilla, y reconocen sus iniquidades” (LBLA) – Para que haya una restauración total del pueblo de Israel, es necesario arrepentirse y confesar, no solamente los pecados personales, sino también los pecados cometidos por los antepasados, como está escrito en Daniel 9:1-19:
“En el año primero de Dareyavesh, hijo de Ahashverosh, descendiente de los medos, que fue constituido rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo, Daniel, pude entender en los libros el número de los años en que, por palabra de HaShem que fue revelada al profeta Yirmeyahu, debían cumplirse las desolaciones de Yerushalayim: setenta años. Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a HaShem mi Dios e hice confesión y dije: Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que le aman y guardan sus mandamientos, hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos escuchado a tus siervos los profetas que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la vergüenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Yehudá, a los habitantes de Yerushalayim y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti. Oh HaShem, nuestra es la vergüenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra El, y no hemos obedecido la voz de HaShem nuestro Dios para andar en sus enseñanzas, que El puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. Ciertamente todo Israel ha transgredido tu Torá y se ha apartado, sin querer obedecer tu voz; por eso ha sido derramada sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la Torá de Moshé, siervo de Dios, porque hemos pecado contra Él. Y Él ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros gran calamidad, pues nunca se ha hecho debajo del cielo nada como lo que se ha hecho contra Yerushalayim. Como está escrito en la Torá de Moshé, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor de HaShem nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a tu verdad. Por tanto, HaShem ha estado guardando esta calamidad y la ha traído sobre nosotros; porque HaShem nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido su voz. Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho un nombre, como hoy se ve, hemos pecado, hemos sido malos. Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de tu ciudad, Yerushalayim, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Yerushalayim y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean. Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer tu rostro sobre tu santuario desolado, por amor de ti mismo, oh Señor. Inclina tu oído, Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre; pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de ti, sino por tu gran compasión. ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío! Porque tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.” (LBLA revisada)
El profeta Daniel había leído en el libro del profeta Yirmeyahu que el exilio babilónico tenía que durar 70 años. Por eso se aferró a esta promesa de Levítico 26:40-45 y confesó sus propios pecados y los de sus padres y su pueblo. Lo mismo hizo Nejemyá, según está escrito en Nehemías 1:5-6:
“Y dije: Te ruego, oh HaShem, Dios del cielo, el grande y temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia para con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos, que estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche por los hijos de Israel tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.” (LBLA revisada)
Si los hombres justos de aquella generación, que pudieron generar el regreso y la restauración del 10% de los judíos del exilio babilónico, necesitaban hacer este tipo de confesiones, ¿cuánto más necesitamos confesar nuestros pecados y los pecados de nuestros padres en esta última generación para que venga la redención que finalmente hará que todos los hijos de Israel vuelvan a la tierra de nuestros padres?
“o si su corazón incircunciso se humilla, y reconocen sus iniquidades” – Por primera vez aparece aquí el concepto de un corazón incircunciso. El contexto nos muestra que un corazón incircunciso es un corazón de una persona que no está viviendo en el pacto en obediencia. También indica que es un corazón altivo que no se ha humillado. La incircuncisión también implica insensibilidad a los impulsos divinos para no poder devolver el amor recibido. Además aprendemos que un corazón incircunciso es uno que no quiere obedecer la Torá. Un corazón circunciso por lo tanto es un corazón de una persona que vive en el pacto en obediencia, es un corazón humilde que se somete, es un corazón sensible a los impulsos que vienen del Espíritu y devuelve el amor recibido y es un corazón dispuesto a obedecer la Torá.
26:42 “entonces yo me acordaré de mi pacto con Yaakov, me acordaré también de mi pacto con Yitsjak y de mi pacto con Avraham, y me acordaré de la tierra.” (LBLA revisada) – El pacto con los tres patriarcas es la base para que HaShem actúe con sus descendientes.
26:44 “Sin embargo, a pesar de esto, cuando estén en la tierra de sus enemigos no los desecharé ni los aborreceré tanto como para destruirlos, quebrantando mi pacto con ellos, porque yo soy HaShem su Dios” – Aquí vemos que el pacto que ha sido hecho con los padres no puede ser quebrantado por HaShem por muy desobedientes que sean los hijos de Israel. Aunque muchos de ellos hayan quebrantado su pacto, Él ha sido fiel y no quebrantará el pacto.
26:45 “sino que por ellos me acordaré del pacto con sus antepasados, que yo saqué de la tierra de Egipto a la vista de las naciones, para ser su Dios. Yo soy HaShem.” (LBLA revisada) – Cuando los hijos de Israel están en las tierras de sus enemigos HaShem promete acordarse del pacto que fue hecho con sus antepasados cuando salieron de Egipto.
Este texto nos enseña que todas estas calamidades tenían que venir sobre los hijos de Israel por causa de su desobediencia a los mandamientos. Estas fueron las condiciones y consecuencias estipuladas en el contrato entre HaShem y el pueblo. Pero el contrato no termina allí. Hay una cláusula que habla de restauración después de todas las correcciones. Esta cláusula es también parte de las promesas del pacto. HaShem ha cumplido su parte del pacto en expulsar a los hijos de Israel de la tierra por su desobediencia, y Él cumplirá también su parte del pacto que dice que los va a restaurar de nuevo. En Deuteronomio 30 hay más detalles de cómo será esta restauración, como está escrito en los versículos 1-10:
“Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú las recuerdes en todas las naciones adonde HaShem tu Dios te haya desterrado, y vuelvas a HaShem tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy, entonces HaShem tu Dios te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de entre todos los pueblos adonde HaShem tu Dios te haya dispersado. Si tus desterrados están en los confines de la tierra, de allí HaShem tu Dios te recogerá y de allí te hará volver. Y HaShem tu Dios te llevará a la tierra que tus padres poseyeron, y tú la poseerás; y Él te prosperará y te multiplicará más que a tus padres. Además, HaShem tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames a HaShem tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. HaShem tu Dios pondrá todas estas maldiciones sobre los enemigos y sobre los aborrecedores que te persiguieron. Y tú volverás a escuchar la voz de HaShem, y guardarás todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. Entonces HaShem tu Dios te hará prosperar abundantemente en toda la obra de tu mano, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu tierra, pues HaShem de nuevo se deleitará en ti para bien, tal como se deleitó en tus padres, si obedeces a la voz de HaShem tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos que están escritos en este libro de la ley, y si te vuelves a HaShem tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” (LBLA revisada)
Si HaShem cumplió la primera parte del pacto ¿quebrantará la última parte de él? ¡De ninguna manera!
Así que, los que enseñan que el pacto entre HaShem e Israel haya sido abolido o pasado a la historia o sustituido por el nuevo pacto, no conocen la fidelidad de Aquel que promete y cumple. Él ha cumplido todo lo que ha prometido hasta ahora, y cumplirá el resto también. ¡Amén ve-amén!
Si los hijos de Israel recibieron estas maldiciones por tener una actitud de desprecio contra los mandamientos de la Torá de Moshé, ¿cómo creen los que reclaman las bendiciones de las Escrituras en el nombre del Mesías que van a ser bendecidos si siguen con su actitud de desprecio contra los 613 mandamientos? ¡No hay bendición sin obediencia a los mandamientos! El Mesías no vino para liberarnos de la Torá, sino de la maldición de la Torá, como está escrito en Gálatas 3:13:
“El Mesías nos redimió de la maldición de la Torá, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: maldito todo el que cuelga de un madero)” (LBLA revisada)
La maldición de la Torá es la que cae sobre cada persona que desobedece sus mandamientos. Para que el Mesías pudiera liberar al hombre de la maldición que está dictada en la Torá sobre los que son desobedientes, él tenía que tomar nuestra maldición que nos correspondía por causa de nuestra desobediencia. Pero la cosa no termina allí. Para que la bendición pudiera venir sobre nosotros era necesario cambiar nuestro corazón para que fuera obediente a los mandamientos. Y así, cuando nos arrepentimos de la desobediencia somos liberados de las maldiciones de la Torá y podremos recibir las bendiciones de la Torá por medio de nuestra obediencia que el Mesías ha generado en nuestro interior, como está escrito en Romanos 1:5:
“por medio de quien hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe, entre todos los gentiles, por amor a su nombre” (LBLA)
En Romanos 6:17-18 está escrito:
“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de enseñanza (Torá) a la que fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del pecado (de la infracción de la Torá), os habéis hecho siervos de la justicia (expresada en los mandamientos).” (LBLA revisada)
En Ezequiel 36:26-27 está escrito:
“Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.” (LBLA)
En Romanos 16:25-27 está escrito:
“Y a aquel que es poderoso para afirmaros conforme a mi buena nueva y a la predicación de Yeshúa el Mesías, según la revelación del misterio que ha sido mantenido en secreto durante siglos sin fin, pero que ahora ha sido manifestado, y por las Escrituras de los profetas, conforme al mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para guiarlas a la obediencia de la fe, al único y sabio Dios, por medio de Yeshúa el Mesías, sea la gloria para siempre. Amén.” (LBLA revisada)
Cuarta aliyá, 27:1-15
27:2 “Habla a los hijos de Israel y diles: "Cuando un hombre pronuncia un voto sobre una evaluación de almas a HaShem.” (LBLA revisada) – Después del capítulo largo que habla de todas las calamidades que sobrevendrán sobre los hijos de Israel por causa del desprecio hacia los mandamientos ahora vienen unas instrucciones sobre votos. Cuando los hijos de Israel estén en situaciones de mucha angustia, varios de ellos querrán hacer votos de entrega a HaShem. Es más fácil ser devoto al Eterno estando en problemas que cuando las cosas vayan bien. El hombre tiende a olvidarse de HaShem cuando su estómago está lleno. Pero cuando está enfermo y pobre clama al cielo y hace promesas. Este capítulo regula ciertos tipos de promesas que una persona pueda hacer en ciertos momentos de su vida, desde votos para entregar dinero que representa el valor de una persona, hasta votos para entregar casas.
En lugar de entregar el alma, que es inmaterial, se puede entregar un dinero, que representa el valor de esa alma. Pero, como hemos dicho anteriormente, el valor del alma de una persona es demasiado alto para poder ser redimida para que nunca vea la muerte, cf. Salmo 49:7-8. Por lo tanto, aquí se trata de un precio simbólico que la Torá pone sobre el alma de una persona. Si alguien quiere donar su vida al templo, podrá hacerlo representativamente en forma de dinero. Un Midrash[4] dice: “Si donaras el valor de una persona, lo consideraré como si la hubieras sacrificado”.
27:3-4 “Si tu valuación es de varón de veinte hasta sesenta años, entonces tu valuación será de cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. O si es de una mujer, tu valuación será de treinta siclos.” (LBLA) – El valor que aquí es presentado no tiene que ver con el precio de una persona si se hubiera presentado en la venta de esclavos, sino con un precio fijo que estipula la Torá según el género y la edad. Tampoco se debe entender como si ciertas personas tuvieran más valor que otras, o como si el hombre tuviera más valor que la mujer.
Para que una persona pueda dar dinero en representación de su alma, tendrá que hacerlo según su capacidad para producir bienes materiales. Los que tienen más fuerzas físicas tienen más posibilidad de producir riquezas por medio de su trabajo físico. Así que el varón que tiene entre 20 y 60 años tiene que pagar más que cualquier otro, porque en esa edad tiene su máxima capacidad para producir dinero mediante su trabajo físico. Una mujer con la misma edad normalmente no tiene la misma capacidad física, y por lo tanto la Torá no exige tanto de ella, para que no se sienta inferior al hombre si no puede llegar al mismo nivel de producción. La Torá acepta las ofrendas según la capacidad de cada uno, como está escrito en 2 Corintios 8:12:
“Porque si hay buena voluntad, se acepta según lo que se tiene, no según lo que no se tiene.” (LBLA)
Este texto también nos enseña que en cuanto a la evaluación del alma, el pobre no es visto como inferior al rico, sino todos los que tienen cierta edad y género están evaluados por igual. Sin embargo, si alguien es pobre y desea entregar un dinero conforme a la evaluación de su alma, puede hacerlo con menos dinero, según el sacerdote lo estipule, y en ese caso le es contado delante de HaShem como si hubiera puesto todo el precio, cf. v. 8.
Según Rambam,[5] todo el dinero donado a HaShem en concepto de valores de las personas, fue utilizado para las reparaciones del templo.
27:5 “Si es una persona de cinco hasta veinte años, entonces tu valuación será de veinte siclos para un varón y de diez siclos para una mujer.” (LBLA) – Un niño de cinco años no puede pronunciar un voto para pagar dinero en el templo según la valuación de su alma. Esta valuación es para un adulto que desea dar dinero por el alma de un niño o de una niña que son menores de edad. Lo mismo sucede con los niños de un mes hasta cinco años.
Edad del grupo | Hombres | Mujeres |
1 mes – 5 años | 5 shekel | 3 shekel |
5 – 20 años | 20 shekel | 10 shekel |
20 – 60 años | 50 shekel | 30 shekel |
60 años o más | 15 shekel | 10 shekel |
Si un alma puede ser sustituida con dinero, Yiftaj hubiera podido dar dinero en lugar de su hija cuando se equivocó al hacer una promesa errónea delante de HaShem, cf. Jueces 11. Por no conocer bien la Torá destruyó una vida humana en vano. Los sabios discuten si él debiese haber sido obligado o no a entregar el valor equivalente a su hija. Como hizo una promesa contraria a la Torá, podía considerarse nula sin que se requiera el pago del valor de ella.
27:12 “y el sacerdote lo valuará como bueno o como malo; como tú, el sacerdote, lo valúes, así será.” (LBLA) – Este texto nos enseña que el libro de Vayikrá, Levítico, fue escrito, en primer lugar, a los sacerdotes. Por esto, este libro ha recibido también el nombre de Torat Kohanim, “la Torá de los sacerdotes”.
Quinta aliyá, 27:16-21
27:21 “y cuando quede libre en el jubileo, el campo será consagrado a HaShem, como campo dedicado; será para el sacerdote como posesión suya.” (LBLA revisada) – Las cosas consagradas a HaShem son entregadas al templo o a los sacerdotes.
Sexta aliyá, 27:22-28
27:28 “Sin embargo, cualquier cosa dedicada que alguno separe para HaShem de lo que posee, sea hombre o animal, o campos de su propiedad, no se venderá ni redimirá. Toda cosa dedicada es santísima a HaShem.” (LBLA revisada) – HaShem valora muchísimo las cosas y las personas que le son dedicadas si vienen de un corazón devoto. Por esto son elevadas al nivel más alto de santidad y sólo pueden ser utilizadas por los sacerdotes, cf. 1 Samuel 1:24-28.
Séptima aliyá, 27:29-34
27:30 “Todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es de HaShem; es cosa consagrada a HaShem.” (LBLA revisada) – Esta es la primera vez que se menciona la entrega del diezmo como un mandamiento directo. Sin embargo, el diezmo es un principio que viene desde el inicio de la creación, cuando el hombre no podía comer de todos los árboles que trabajaba. Parte del trabajo no se come, sino se entrega a HaShem. Este texto nos muestra que el diezmo realmente pertenece a HaShem. No es que el hombre entregue el diezmo como una ofrenda, sino simplemente le da a HaShem lo que es suyo. Este texto nos enseña que el diezmo de todo el producto de la tierra pertenece a HaShem. Esto no significa que hay que dar el diezmo de todo lo que hay en el campo, sino de todo lo que el dueño coseche de su campo o de sus árboles. El diezmo se da de lo que uno trae al almacén de su casa.
27:32 “Todo diezmo del ganado o del rebaño, o sea, de todo lo que pasa debajo del cayado, la décima cabeza será cosa consagrada a HaShem.” (LBLA revisada) – El diezmo también se entrega de los animales. El diezmo de los animales es apartado una vez al año para ser llevado a Yerushalayim y ser ofrecido en el altar. Sólo se entrega la sangre y las partes designadas para el sacrificio pero la carne es comida por el dueño y su familia.
Estas dos áreas, el fruto de la tierra y el aumento de los animales, representan todo el trabajo productivo del hombre. Por lo tanto el hombre debe dar el diezmo a HaShem de todo lo que gana, como está escrito en Lucas 18:12b:
“doy el diezmo de todo lo que gano.” (LBLA)
En Mateo 23:23 está escrito:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la Torá: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas.” (LBLA revisada)
Yeshúa está enseñando que uno debe dar el diezmo incluso de las hortalizas de poca producción.
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