Levítico 12:1
– 13:59/ Levítico 14:1 – 15:33
Aliyás de la Torá (cuando
se lee Tazría por separado):
1.
12:1 – 13:5
2.
13:6-17
3.
13:18-23
4.
13:24-28
5.
13:29-37
6.
13:38-54
7.
13:55-59
8.
Maftir: 13:57-59
Haftará: 2 Reyes 4:42 –
5:19
Tazría
Significa “ella concibe”.
Comentarios
12:2 “Habla a los hijos de
Israel y diles: "Cuando una mujer conciba y dé a luz varón, quedará impura
por siete días; como en los días de su menstruación, será impura.” (LBLA) –
No es lo mismo concebir que dar a luz. La concepción ocurre normalmente 38
semanas antes de un parto normal. El momento de la concepción influirá en el
futuro del niño. Si los padres están teniendo su relación íntima en santidad y
pureza, el niño es engendrado en santidad y pureza. Si alguno de los padres
tienen lascivia sexual, ese espíritu puede ser transmitido al feto en el
momento de la concepción y en el futuro es muy probable que ese niño tenga
problemas para dominar sus deseos sexuales. Por esto está escrito en 1
Tesalonicenses 4:3-5:
“Porque esta es la voluntad de Dios:
vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que
cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor,
no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios” (LBLA)
La palabra “vaso” es una referencia al
cuerpo. En este caso probablemente se refiere al cuerpo de la esposa. Es
importante tratar a la esposa con santidad y honor, sin lascivia sexual como
los paganos que no saben dominar sus instintos más bajos.
La palabra “concupiscencia” en este
contexto no tiene que ver con el instinto natural sexual puro que crea
excitación. Es algo que HaShem ha puesto en el hombre y que es un ingrediente
importante en una vida íntima normal dentro de los marcos que están permitidos
según la Torá, es decir dentro del pacto matrimonial. La Torá no está en contra
del disfrute en la vida, sino nos anima a disfrutar de lo que HaShem ha creado
y que tenemos derecho de obtener dentro de las leyes que él ha establecido,
como está escrito en 1 Timoteo 6:17b:
"Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las
disfrutemos." (LBLA)
En Proverbios
5:15-19 está escrito:
"Bebe agua de tu cisterna y agua fresca de tu pozo. ¿Se derramarán por fuera
tus manantiales, tus arroyos
de aguas por las calles? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea
bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante
cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor
te embriague para siempre." (LBLA)
Aquí HaShem
anima al hombre a gozarse de la mujer de su juventud, satisfacerse de sus senos
y siempre embriagarse de su amor. No hay nada impuro o profano en el gozo
sexual y la “embriaguez” en una vida sexual normal dentro del marco del pacto
matrimonial, no es solamente para obtener hijos, sino para poder obtener los
buenos dones de esta vida que HaShem da a sus criaturas amadas.
En Cantar de los
Cantares 4:16 - 5:1 está escrito:
"Despierta, viento del norte, y ven, viento del sur; haced que mi huerto exhale fragancia, que se esparzan sus aromas. Entre mi
amado en su huerto y coma sus mejores frutas. He entrado en mi huerto, hermana
mía, esposa mía; he recogido
mi mirra con mi bálsamo. He comido mi panal y mi miel; he bebido mi vino y mi
leche. Comed, amigos; bebed y embriagaos, oh amados." (LBLA)
Este texto
expresa una oración de la esposa para que el viento del norte y del sur soplen
en su huerto que simboliza su cuerpo. Luego termina el versículo 1 con algunas
palabras que parecen venir directamente del Eterno en el cielo que es un
testigo presente en la relación íntima entre los esposos. Los llama sus amigos
y les anima a comer, beber y emborracharse del amor.
Estos son
algunos ejemplos que muestran cuán positivamente HaShem considera una vida
sexual sana dentro del matrimonio. Cuando hablamos de lujuria, o lascivia,
tiene que ver con una perversión del amor, o más bien, no tiene nada que ver
con amor, sino con deseos egoístas. El amor el lo contrario de lujuria. El amor
se entrega y recibe de manera desinteresada. Lujuria es un deseo egoísta que
sólo busca satisfacer sus propias demandas independientemente de lo que el otro
piense o sienta. Lujuria y deseo no es lo mismo. Lujuria e instinto sexual no
es lo mismo. La lujuria es un instinto sexual pervertido y contaminado, un
apetito enfermizo que se aprovecha a sí mismo para llenar un abismo sin fondo
que nunca será satisfecho. El amor está agradecido si recibe poco o mucho. La
lujuria nunca será satisfecha, cf. Judas 16.
En Colosenses
3:5 está escrito:
"Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos
a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia,
que es idolatría."
(LBLA)
En Tito 3:3 está
escrito:
"Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes,
extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y
envidia, aborrecibles y odiándonos
unos a otros."
(LBLA)
Cuando hablamos
de que los niños son dañados si son producidos por medio de lujuria se trata
del tipo de lujuria que tiene su origen en la naturaleza mala, cf. Juan 8:44.
Para una persona no espiritual puede ser difícil diferenciar entre una
“borrachera” pura y una lujuria impura, pero si uno está consciente de que el
Eterno está presente y observa cuando hay una relación íntima y si uno podrá
alabarle por lo bueno que se podrá experimentar juntos, uno puede estar seguro
de que la lujuria carnal no tiene dominio. Si uno quiere esconderse del Eterno
y desconectarle para entregarse a sus deseos sexuales impuros, uno puede estar
seguro de estar dirigido por lujuria. Una manera buena es orar a HaShem antes
de una relación íntima y darle gracias después por todo lo bueno que uno
recibe. Entonces uno cumple la palabra en Colosenses 3:17 que dice:
"Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Yeshúa,
dando gracias por medio de El a Dios el Padre." (LBLA revisada)
Si HaShem no
puede estar presente en la vida íntima es una señal de que es impura. Si hay
una vida íntima en pureza y entrega el Espíritu del Padre siempre estará
presente diciendo: “Comed, bebed y embriagaos”.
Después del parto de un hijo varón, la
mujer queda en un estado de impureza ritual, en hebreo tamé, como
en el tiempo de su menstruación. La palabra hebrea que ha sido traducida como
“menstruación es nidá,[1] que significa “impureza”,
“menstruación”, y viene de la raíz nadad,[2] que significa “vagar”,
“errar”, “huir”, “alejarse”, “mover”. La idea es que el tiempo de la nidá es
un tiempo cuando la mujer se aleja de su marido para sanarse de su herida
interna. Según la Torá, este periodo es de siete días, cf. Levítico 15:19.
Después del periodo de nidá, ella se sumerge en aguas purificadoras
para poder unirse de nuevo a su marido.
En el caso del nacimiento de un varón, la
madre se queda en un estado de nidá durante los primeros siete
días después del parto. El día del parto es contado como el primer día, aunque
sólo quedara una hora o menos hasta la caída del sol. Al final del séptimo día
se sumerge en una mikvé para purificarse. Según la enseñanza
farisea, luego podrá unirse con su marido. Los saduceos y los caraítas no están
de acuerdo con la interpretación farisea, y enseña que ella no podrá unirse a
su marido hasta después de los restantes 33 días.
12:3 “Al octavo día la carne
del prepucio de él será circuncidada.” (LBLA) – La circuncisión se hace el
mismo día de la semana que el nacimiento. Si nació en shabat, es circuncidado
el siguiente shabat. Si nació el tercer día de la semana, martes, es
circuncidado el tercer día de la semana siguiente. La circuncisión es la señal
del pacto entre HaShem y toda la descendencia de Avraham, como está escrito en
Génesis 17:11-13:
“Seréis circuncidados en la carne de
vuestro prepucio, y esto será la señal de mi pacto con vosotros. A la edad de
ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón por vuestras
generaciones; asimismo el siervo nacido en tu casa, o que sea comprado con
dinero a cualquier extranjero, que no sea de tu descendencia. Ciertamente ha de
ser circuncidado el siervo nacido en tu casa o el comprado con tu dinero; así
estará mi pacto en vuestra carne como pacto perpetuo.” (LBLA revisada)
Ahora HaShem, por medio de Moshé, está
reafirmando el pacto que fue dado a los patriarcas, como está escrito en Juan
7:22:
“Por eso Moshé os ha dado la circuncisión
(no porque sea de Moshé, sino de los padres), y en el shabat circuncidáis al
hombre.” (LBLA revisada)
La circuncisión no viene del tiempo de
Moshé sino de los patriarcas. Moshé no podía anular nada de lo que había sido
establecido anteriormente. El pacto de la circuncisión no puede ser anulada por
el pacto de Sinai. De la misma manera el nuevo pacto no puede anular los pactos
anteriores, ni cambiarlos. Un pacto posterior siempre está basado sobre un
pacto anterior. Cada pacto nuevo que es introducido confirma un pacto anterior
y añade algo más para la santificación del pueblo. Esto nos enseña que el nuevo
pacto en la sangre del Mesías no puede anular los pactos anteriores. Lo que
hace el nuevo pacto es introducir elementos nuevos que hacen subir al pueblo en
un nivel superior de santidad y de poder.
Biológicamente hablando, el octavo día es
el mejor momento para circuncidar al hombre. Es el día cuando la coagulación de
su sangre es más eficaz que ningún otro momento de su vida. Además, antes de
ser introducido en el pacto de la circuncisión, cada varón habrá experimentado,
por lo menos, un shabat. Si un niño judío no es circuncidado, se rompe el pacto
con Avraham. Para ser judío hay que estar circuncidado en la carne.
El varón ha sido llamado a servir a HaShem
de una manera diferente a la mujer. Por lo tanto es importante que el hijo
varón sea introducido en el culto delante de HaShem cuanto antes. Por el brit
milá, el pacto de circuncisión, será marcada en su cuerpo la señal de la
responsabilidad de presentarse ante HaShem durante toda su vida, como está
escrito en Éxodo 23:17: “tres veces al año se presentará todo varón…”
12:4 “Y ella permanecerá en la
sangre de su purificación por treinta y tres días; no tocará ninguna cosa
consagrada ni entrará al santuario hasta que los días de su purificación sean
cumplidos.” (LBLA) – Aunque se haya purificado por medio de la mikvé al
final de los siete días, ella no quedará purificada a la caída del sol ese
mismo día sino a la caída del sol del día 40, si ha dado a luz un varón. A
partir del día 41 podrá entrar en el templo y tocar y comer cosas consagradas.
Aquí aprendemos cuáles son las dos prohibiciones en cuanto a una persona tamé:
no le es permitido tocar o comer de las cosas consagradas, como la terumá o
sacrificios de paz. Tampoco podrá entrar en el santuario. No se puede comer del
cordero de Pesaj en Yerushalayim en el estado
de tamé.
Este texto enseña que aunque haya más
derramamiento de sangre durante los 33 últimos días de su purificación, no hará
falta añadir más tiempo a los 40 días totales. Aquí no aplica la misma ley que
para la menstruación, cuando se añaden siete días más, en el caso de que haya
flujo de sangre fuera del tiempo de la semana de nidá. Cuando
lleguemos al capítulo 15 vamos a ver más detalles sobre esto.
12:5 “Pero si da a luz una
niña, quedará impura por dos semanas, como en los días de su menstruación; y
permanecerá en la sangre de su purificación por sesenta y seis días.” (LBLA)
– Tanto el tiempo de nidá como el de tamé durarán
el doble después del nacimiento de una niña. La Torá no explica la razón por
qué es así.
HaShem marca una diferencia entre varón y
mujer. Pero el hombre moderno está intentando de quitar esa diferencia y piensa
que igualdad es lo mismo que la eliminación de las diferencias. El hecho de
hacer que la mujer quede más tiempo en recuperación después del nacimiento de
una niña, no es para discriminar a la mujer o al hombre, sino por otras razones
que no están bien definidas en la Torá. Lo cierto es que todos los mandamientos
han sido dados para el bien del hombre. Tenemos que aceptar esta verdad sin
entender el por qué.
Sin embargo, se pueden encontrar algunas
explicaciones que nos pueden dar un poco de luz sobre esta diferencia. Los
pediatras modernos han mostrado que, después de su nacimiento, una niña tiene
mayor necesidad sicológica que un niño de permanecer cerca de su madre. Así que
este mandamiento ha sido dado, entre otras razones, para ayudar a la niña a
tener un buen desarrollo psicológico y, posiblemente, también de la madre.
El niño y la niña tienen la necesidad de
afirmar su identidad sexual como varón y hembra respectivamente. Por lo tanto
el niño necesita a su padre para poder identificarse con él para poder
desarrollarse correctamente, y la misma necesidad tiene la niña en cuanto a su
madre. La identidad sexual es afirmada en el niño por la identidad con el padre
y, en la niña, por la identidad con la madre. Un niño que es criado sin padre
corre el peligro de volverse homosexual, y una niña que se cría sin madre corre
el peligro de volverse lesbiana. El padre debe abrazar a su hijo para suplir la
necesidad emocional del niño. Si un niño no recibe abrazos de su padre va a
tener un vacío psicológico que puede llevarle a buscar ese afecto en otros
hombres, y así es tentado a volverse homosexual. La presencia de los dos padres
es vital para el buen desarrollo del carácter de los hijos. Esta es una de las
razones por las que HaShem aborrece el divorcio, cf. Malaquías 2:16.
Una vez que la identidad sexual haya sido
afirmada, el niño y la niña son atraídos por el sexo opuesto, lo cual es un
desarrollo perfectamente natural. Por eso, se puede ver que cuando un niño
tiene algunos años de edad, empieza a desarrollar una relación especial con su
madre, y la niña con su padre. Esta es una manera natural para prepararse para
el matrimonio futuro.
La tensión entre varón y hembra forma
parte del ser humano. Un niño debe aprender a ser masculino y una niña a ser
femenina. La eliminación de la diferencia entre hombre y mujer resultará
finalmente en la destrucción del ser humano. En estos últimos tiempos las
maneras homosexuales de Sedom y Amorá están volviendo a tomar terreno en el
mundo, cf. Lucas 17:28-30. HaShem ha creado la diferencia entre hombre y mujer,
y esa tensión es buena y necesaria para que la familia y la sociedad sean
sanas. El niño tiene que aprender a vivir con esa tensión en relación con su
madre, y la niña con su padre. Somos diferentes, pero nos necesitamos para
funcionar correctamente, porque HaShem nos hizo varón y hembra. Esa relación
varón-hembra hace que cada individuo pueda funcionar correctamente. La ausencia
de alguno de los padres trastorna este proceso de aprendizaje en los hijos.
Los primeros seis años de vida son fundamentales
en el desarrollo psicológico de cada persona. Ambos sexos, varón y hembra,
necesitan a su madre en ese tiempo. La ausencia de la madre causa un daño
psicológico en el hijo. Si la madre deja que su niño, o su niña, esté mucho
tiempo bajo el cuidado de otras personas, causará un daño en el desarrollo de
su alma. La madre ha sido capacitada para ser la mejor persona para cuidar a
sus hijos, especialmente en sus primeros años de vida. El contacto con el padre
también es vital para el buen desarrollo del niño. Pero especialmente durante
el primer tiempo de la vida, la presencia de la madre crea en el niño un
fundamento de confianza que luego es necesario en la relación con el Padre
celestial. Por medio de la mamá el niño aprende cómo es la ternura de HaShem,
como está escrito en Isaías 66:10-13:
“Alegraos con Jerusalén y regocijaos por
ella, todos los que la amáis; rebosad de júbilo con ella, todos los que por
ella hacéis duelo, para que maméis y os saciéis del pecho de sus consolaciones,
para que chupéis y os deleitéis de su seno abundante. Porque así dice HaShem:
He aquí, yo extiendo hacia ella paz como un río, y la gloria de las naciones
como torrente desbordado; y mamaréis, seréis llevados sobre la cadera y
acariciados sobre las rodillas. Como uno a quien consuela su madre, así os
consolaré yo; en Jerusalén seréis consolados.” (LBLA revisada)
Por medio del cuidado de la madre, el niño
aprende que HaShem le ama, le cuida, le nutre, le satisface y, ante todo,
que está presente. Una buena madre está todo el tiempo pendiente
del bienestar de sus hijos. Una madre normal no puede olvidar a su hijo, como
está escrito en Isaías 49:15:
“¿Puede una mujer olvidar a su niño de
pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo
no te olvidaré.” (LBLA)
El sentimiento de la presencia de HaShem
es establecido por la madre durante los primeros tiempos en la vida del niño.
Si la madre no está presente en todo momento, el niño es dañado en su
apreciación de la presencia de HaShem. No es bueno dejar a un niño llorar en su
cama sólo hasta que se duerma. El niño tiene que sentir que mamá o papá está
presente en todo momento, aunque no esté en la misma habitación. El efecto del
sentimiento de la soledad en los primeros años de la vida del niño es
desastroso. La presencia de los padres hace que el niño aprende que HaShem está
presente en todo momento y en todo lugar, viéndole, cuidándole y
escudriñándole, como está escrito en Hebreos 4:13:
“Y no hay cosa creada oculta a su vista,
sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel
a quien tenemos que dar cuenta.” (LBLA revisada)
Hagar, la egipcia, no había aprendido esta
lección en la relación con su madre, por eso se quedó sorprendida cuando se dio
cuenta que HaShem estaba presente y viéndola en todo momento, como está escrito
en Génesis 16:13:
“Y llamó el nombre de HaShem que le había
hablado: Tú eres un Dios que ve; porque dijo: ¿Estoy todavía con vida después
de verle?” (LBLA revisada)
La ausencia de mamá o papá durante los
primeros años de un niño hace que el niño fácilmente tendrá problemas para ser
consciente de los ojos de HaShem que le están viendo en todo momento. Durante
las últimas generaciones las madres de la sociedad moderna han entregado a sus
hijos a las guarderías con muy poca edad para dedicarse a ganar dinero y tener
muchas cosas materiales que para ellas son más importantes que estar con sus
hijos. Esta falta de responsabilidad está creando una generación de hijos que
no son conscientes de la presencia de HaShem en sus vidas. Son vacíos. Tendrán
dificultades para cultivar una relación personal con Dios. Para ellos Dios está
demasiado lejos para poder comunicarse con ellos. Y aunque pudiera hacerlo, no
estará interesado en la vida personal de un joven. Nada más lejos de la verdad.
Este vacío emocional ha sido creado por la ausencia de la madre durante los
primeros años de la vida de nuestros jóvenes.
Estamos viviendo en el tiempo de la
restauración de todas las cosas y tenemos que retomar estas verdades para que
nuestros futuros hijos no sean una presa fácil para el anti mesías y el falso
profeta que pronto se van a levantar para engañar y arrastrar tras sí a los que
no son conscientes de la presencia de HaShem en sus vidas.
Hay otros muchos aspectos del carácter de
HaShem que el niño aprende de pequeño por medio de su madre. Por medio de ella,
en primer lugar, conocerá la misericordia de HaShem. Del padre, en primer
lugar, aprenderá la justicia de Dios, las normas, las consecuencias del pecado,
etc. Los dos padres son vitales para que el niño conozca a HaShem desde su
infancia, antes de que pueda comprender las Escrituras. Los padres viven el
carácter de HaShem en su relación con sus hijos. El papel de los padres es
reflejar a HaShem en la vida del niño, como está escrito en Efesios 6:4:
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a
vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.” (LBLA)
HaShem es el ejemplo que los padres deben
seguir para la educación de sus hijos. Cómo hace Él con sus hijos, así deben
hacer los padres con sus hijos, como está escrito en Hebreos 12:7-10:
“Es para vuestra corrección que sufrís;
Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no
discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos
participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además,
tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta
más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y
viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía,
pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su
santidad.” (LBLA)
12:6 “Cuando se cumplan los
días de su purificación por un hijo o por una hija, traerá al sacerdote, a la
entrada de la tienda de reunión, un cordero de un año como ofrenda de
ascensión, y un pichón o una tórtola como ofrenda por el pecado.” (LBLA) –
La madre tendrá que presentarse en el templo después de un parto. Si es un hijo
será a partir del día 41 de su nacimiento, y si es una hija, a partir del día
81. Ella tiene que entregar dos animales para dos sacrificios, de ascensión y
de pecado, olá y jatat.
La olá representa la
entrega total. Esto nos enseña, en primer lugar, que la madre ahora tiene la
oportunidad de renovar su entrega a HaShem, por medio de este sacrificio. A
pesar del nacimiento de un hijo o una hija, ella tiene que seguir viviendo para
HaShem. El nacimiento de un hijo constituye una de las cosas más impresionantes
en la vida de una mujer. Es fácil que se olvide de su compromiso con HaShem. Es
fácil que el niño tome el lugar de HaShem para ser lo más importante en su
vida. Es fácil que se olvide de su Padre celestial. Ella necesita reafirmar que
el nacimiento constituye el cumplimiento de un llamado de HaShem. Es HaShem que
quiere que ella tenga hijos. Conforme ella se entregue a Él, podrá educar a sus
hijos correctamente, según Su voluntad.
Por otro lado el sacrificio de olá representa
la entrega del niño a HaShem. Los hijos no pertenecen a los padres, sino al
Padre de los espíritus. Los padres tienen la responsabilidad de educar a los
niños en el camino de HaShem, porque nacieron para Él, como está escrito en
Malaquías 2:15:
“Pero ninguno que tenga un remanente del
Espíritu lo ha hecho así. ¿Y qué hizo éste mientras buscaba una
descendencia de parte de Dios? Prestad atención, pues, a vuestro espíritu;
no seas desleal con la mujer de tu juventud.” (LBLA)
HaShem quiere tener una descendencia,
muchos hijos. Los padres colaboran con Él para que tenga muchos hijos, y así
cumplen con Su deseo. Los hijos no son de los padres, son de HaShem. La olá que
la madre tiene que entregar a HaShem representa esta verdad. En el momento de
ofrecer la olá ella no solamente se entrega a si misma, sino
también a su hijo a HaShem.
“un pichón o una tórtola como ofrenda por
el pecado” – ¿Por qué la mujer tenía que dar una ofrenda por el pecado? ¿Cuál
fue el pecado de la mujer? Se pueden encontrar varias respuestas:
a. Es posible que ella haya expresado palabras malignas durante los dolores
del parto y por eso necesita ofrecer un sacrificio de pecado. (Shimón bar Yojai)
b. Hay
una necesidad de expiar sus pecados por causa de haber pasado por una prueba.
En una prueba todos cometen pecados. (Abarbanel)
c. El
pecado entró en el mundo por la mujer, y mediante el sacrificio de pecado ella
está expiando por ese error. (Bejai)
d. Todo
el proceso de procreación fue dañado cuando el pecado entró en el mundo. Un
parto después de la caída no es lo que debería ser. Un parto doloroso es un
resultado del pecado de Javá, cf. Génesis 3:16. La concepción y el parto de un
niño están hechos en un mundo de pecado, como está escrito en el Salmo 51:5:
“yo nací en iniquidad y en pecado me
concibió mi madre.” (LBLA revisada)
El yetser hará es
transmitido al niño cuando es engendrado. En una herencia pecaminosa. Por esa
transmisión hay una culpa sobre la madre y tiene que presentar un sacrificio
por el pecado.
e. Pueden
ser transmitidos al niño, aún estando en el vientre de su madre, complejos,
actitudes de rechazo, inferioridad y otras actitudes originadas en el pecado.
La mujer no ha podido engendrar un hijo perfecto, sin pecado. Tendrá que
presentar esta ofrenda, por haber traído al mundo un ser pecaminoso, no como
HaShem lo hizo en el principio.
El nacimiento de Yeshúa
o La
circuncisión, a los ocho días.
En Lucas 2:21 está escrito:
“Cuando se cumplieron los ocho días para
circuncidarle, le pusieron por nombre Yeshúa, el nombre dado por el ángel antes
de que él fuera concebido en el seno materno.” (LBLA revisada)
Yeshúa fue circuncidado al octavo día.
Aquí vemos que se le dio el nombre de Yeshúa en relación con la circuncisión,
cf. Génesis 17:5, 10. Esta costumbre judía, que todavía se sigue hoy en día, no
está mencionada en el Talmud, pero sí en Los Escritos Mesiánicos, cf. Lucas
1:59.
o La
redención del hijo varón primogénito, después de un mes, cf. Éxodo 13:1, 12;
22:29; 34:19-20; Números 3:12-13; 18:15-16.
En Lucas 2:22b-23 está escrito:
“le trajeron a Jerusalem para presentarle
al Señor (como está escrito en la Torá del Señor: TODO VARÓN QUE ABRA LA MATRIZ
SERÁ LLAMADO SANTO PARA HASHEM)” (LBLA revisada)
El precio del rescate de un niño
primogénito es de cinco shekels. Este precio se podía pagar a partir de la edad
de los 30 días del niño. Es posible que Yosef lo haya pagado a los 30 días del
nacimiento de Yeshúa, pero lo más probable es que hayan hecho las dos cosas a
la vez, 41 días después del parto: la redención del primogénito, en
hebreo pidyón habén, y la presentación de los sacrificios de la
madre.
La idea detrás del precio de rescate es
que todo varón primogénito pertenece a HaShem como sacerdote. Además de esto,
los primogénitos fueron especialmente consagrados cuando todos los primogénitos
de los egipcios fueron matados por el ángel destructor. Un cordero fue
sacrificado para preservar la vida de los primogénitos de los hijos de Israel
justamente antes de su salida de la esclavitud. En ese momento HaShem santificó
para sí a todos los primogénitos de Israel. Sin embargo, por el pecado del
becerro de oro, los primogénitos perdieron el derecho de ser sacerdotes. Ese
derecho fue traspasado a los levitas. Aún así, los varones primogénitos
pertenecen todavía a HaShem de una manera especial. Por eso tendrán que ser
presentados ante Él en el templo un mes después de su nacimiento para así ser
redimidos y poder volver a estar con sus padres.
Si Israel no hubiera pecado con el becerro
de oro, Yeshúa sería uno de los sacerdotes en el templo en Jerusalem.
o La
purificación de la madre, después de 40 días.
En Lucas 2:22 está escrito:
“Cuando se cumplieron los días para la
purificación de ellos, según la Torá de Moshé, le trajeron
a Jerusalem para presentarle al Señor.” (LBLA revisada)
Después de 40 los días Miryam ya estaba
ritualmente pura para poder entrar en el templo. Aquí habla de la purificación
“de ellos”. La Torá no enseña que el niño necesitaba purificación después del
nacimiento. Fue sólo la madre que necesitaba purificarse. ¿Por qué dice el
texto que “ellos” fueron purificados?
Lucas podría haber incluido el rito de la
redención del hijo primogénito en esta expresión. Pero es también probable que
no se tratara del niño, sino de Yosef. El se purificó en Yerushalayim.
Para poder entrar en el templo, todos necesitaban purificarse. Es posible que
este texto haga referencia a este hecho cuando Yosef y Miryam se purificaron
antes de entrar en el templo para presentar a su hijo ante HaShem.
o Presentación
de sacrificios por la madre, después de 40 días.
Lo normal era que la mujer presentara un
cordero como olá y un pájaro como jatat. Pero si
no tenía recursos para dar un cordero podía dar dos pájaros, como está escrito
en Levítico 12:8:
“Pero si no le alcanzan los recursos para
ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos pichones, uno para la
ofrenda de ascensión y el otro para la ofrenda por el pecado; y el sacerdote
hará expiación por ella, y quedará limpia.” (LBLA)
En Lucas 2:24 está escrito:
“y para ofrecer un sacrificio conforme a
lo dicho en la Torá del Señor: UN PAR DE TÓRTOLAS O DOS PICHONES.” (LBLA
revisada)
Este texto nos muestra que Yosef y Miryam
no tenían suficiente dinero para ofrecer un cordero. Lo maravilloso aquí es que
ya tenían un “Cordero”. Ese Cordero fue entregado a HaShem y luego redimido.
Por eso no necesitaban otro cordero, sino sólo un pájaro, que representaba la
entrega total de la madre y el hijo a HaShem.
Según mi entendimiento, Miryam no
transmitió el yetser hará a Yeshúa de manera común, como está
escrito en Romanos 8:3:
“Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que
era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo
en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado,
condenó al pecado en la carne” (LBLA)
Yeshúa no tenía “carne de pecado”, no
tenía ningún pecado, ningún yetser hará activada, en su carne.
Miryam dio a luz a un cuerpo que tenía la “semejanza de carne de pecado”, pero
no “carne de pecado”, solo la semejanza. Yeshúa no tenía un cuerpo glorioso
como lo había tenido Adán antes de caer.
En Mateo 13:43 está escrito:
“Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERÁN COMO
EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.” (LBLA)
Yeshúa no brillaba cuando nació, aunque
era Justo.
12:8 “Pero si no le alcanzan
los recursos para ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos
pichones, uno para la ofrenda de ascensión y el otro para la ofrenda por el
pecado; y el sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia.”
(LBLA) – Este texto nos muestra que Miryam, la madre de Yeshúa, tenía
pecado. El mito de la inmaculada concepción de la llamada “virgen María” no
tiene ninguna base en las Escrituras. Podemos mencionar algunos otros textos
que hablan de que la madre de Yeshúa tenía pecados y necesitaba el perdón de
ellos:
En Lucas 1:47 está escrito:
“y mi espíritu se regocija en Dios mi
Salvador.” (LBLA)
Ella necesitaba un salvador para no morir
en sus pecados. Necesitaba que el Padre celestial le salvara. Las Escrituras
enseñan que “la virgen María” necesitaba salvación. Si hubiera sido engendrada
de manera inmaculada, no necesitaría un Salvador porque sería perfecta, sin
pecado.
En Marcos 3:21, 31-35 está escrito:
“Cuando sus parientes oyeron esto, fueron
para hacerse cargo de él, porque decían: Está fuera de sí…Entonces llegan su
madre y sus hermanos, y quedándose afuera, mandaron llamarle. Y había una
multitud sentada alrededor de él, y le dicen: He aquí, tu madre y tus hermanos
están afuera y te buscan. Respondiéndoles él, dice: ¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor,
dice: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad
de Dios, ése es mi hermano y hermana y madre.” (LBLA)
En este momento Miryam pensaba que Yeshúa
estaba loco, y por eso vino con sus otros hijos para “hacerse cargo de él”. Por
ello, en ese momento Yeshúa no la reconoce como su madre diciendo que ella no
estaba haciendo la voluntad de Dios. Esto es una muestra clara de que en un
momento de su vida ella estaba equivocada en su apreciación del llamado de su
hijo, como está escrito en el Salmo 69:8:
“Me he convertido en extraño para mis
hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre.” (LBLA)
Este Salmo es una profecía mesiánica,
según vemos en el versículo 9, donde está escrito:
“Porque el celo por tu casa me ha consumido,
y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí.” (LBLA)
Este versículo está aplicado sobre el
Mesías en Juan 2:17 y Romanos 15:3, donde está escrito:
“Sus discípulos se acordaron de que estaba
escrito: EL CELO POR TU CASA ME CONSUMIRÁ… Pues ni aun el Mesías se agradó a sí
mismo; antes bien, como está escrito: LOS VITUPERIOS DE LOS QUE TE INJURIABAN
CAYERON SOBRE MÍ.” (LBLA revisada)
Esto nos enseña que en un momento de la
vida de Yeshúa, ni su madre, ni sus hermanos, hijos de su madre, creyeron en
él, cf. Juan 7:5.
Este Salmo también nos enseña que sus
hermanos eran los hijos físicos de su madre, producto de la unión entre Yosef y
Miryam.
13:2 “Cuando un hombre tenga en
la piel de su cuerpo una mancha clara, una mancha blanquecina o una mancha
brillante, y se convierta en afección de tsaráat en la piel de su cuerpo, será
traído al sacerdote Aharón o a uno de sus hijos, los sacerdotes.” (LBLA
revisada) – Ahora la Torá introduce el tema acerca de la impureza causada
por una plaga que es llamada tsaráat. Esa plaga no tiene los mismos
síntomas que la enfermedad llamada “lepra”. Por lo tanto, al traducir la
palabra tsaráat en “lepra” se crea una idea equivocada en los
lectores. Aquí no se trata de la enfermedad lepra, sino de otra cosa.
Hay dos pensamientos fundamentales en
cuanto a esta plaga. Algunos dicen que se trata de una enfermedad que ha sido
extinguida, pero la mayoría de los comentaristas piensan que es una plaga
sobrenatural que HaShem pone sobre las personas que cometen ciertos pecados,
especialmente el pecado de lashón hará, calumnia. La tsaráat es
descrita en dos largos capítulos, lo cual nos enseña que este tema es muy
importante. Hay algunos otros textos en las Escrituras que hablan de esta
plaga. Esos textos nos pueden enseñar algo más sobre su origen.
En Éxodo 4:6-7 está escrito
“Y añadió HaShem: Ahora mete la mano en tu
seno. Y él metió la mano en su seno, y cuando la sacó, he aquí, su mano estaba
leprosa, blanca como la nieve. Entonces Él dijo: Vuelve a meter la mano en tu
seno. Y él volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó de su seno, he
aquí, se había vuelto como el resto de su carne.” (LBLA revisada)
Moshé tuvo tsaráat en su
mano como una señal. Él había hablado lashón hará contra el
pueblo de Israel diciendo que no le iban a creer, cf. Éxodo 4:1.
En Números 12:1-10 está escrito:
“Entonces Miriam y Aharón hablaron contra
Moshé por causa de la mujer cusita con quien se había casado (pues se había
casado con una mujer cusita); y dijeron: ¿Es cierto que HaShem ha hablado sólo
mediante Moshé? ¿No ha hablado también mediante nosotros? Y HaShem lo oyó.
(Moshé era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la faz de
la tierra.) Y HaShem de repente dijo a Moshé, a Aharón y a Miriam: Salid
vosotros tres a la tienda de reunión. Y salieron los tres. Entonces HaShem
descendió en una columna de nube y se puso a la puerta de la tienda; y llamó a
Aharón y a Miriam. Y cuando los dos se adelantaron, Él dijo: Oíd ahora mis
palabras: Si entre vosotros hay profeta, yo, HaShem, me manifestaré a él en
visión. Hablaré con él en sueños. No así con mi siervo Moshé; en toda mi casa
él es fiel. Cara a cara hablo con él, abiertamente y no en dichos oscuros, y él
contempla la imagen de HaShem. ¿Por qué, pues, no temisteis hablar contra mi
siervo, contra Moshé? Y se encendió la ira de HaShem contra ellos, y Él se fue.
Pero cuando la nube se retiró de sobre la tienda, he aquí que Miriam estaba
leprosa, blanca como la nieve. Y cuando Aharón se volvió hacia Miriam, vio que
estaba leprosa.” (LBLA revisada)
El texto hebreo muestra que la plaga que
vino sobre Miriam es de la misma clase que la que aparece en Levítico 13.
Miriam fue golpeada por HaShem con esta plaga por haber hablado mal contra
Moshé. Vemos como la lashón hará causó esta
intervención divina.
En Deuteronomio 24:8-9 está escrito:
“Cuídate de una afección de lepra, para
que observes diligentemente y hagas conforme a todo lo que los sacerdotes
levitas os enseñen; como les he ordenado, así cuidaréis de hacer. Recuerda lo que
HaShem tu Dios hizo a Miriam en el camino, cuando salíais de Egipto.” (LBLA
revisada)
Este texto nos insta a tener cuidado con
esta plaga y recordar lo que pasó con Miriam.
En 2 Crónicas 26:16-19 está escrito:
“Pero cuando llegó a ser fuerte, su
corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel a HaShem su
Dios, pues entró al templo de HaShem para quemar incienso sobre el altar del
incienso. Entonces el sacerdote Azaryá entró tras él, y con él ochenta
sacerdotes de HaShem, hombres valientes, y se opusieron al rey Uziyá, y le
dijeron: No te corresponde a ti, Uziyá, quemar incienso a HaShem, sino a los
sacerdotes, hijos de Aharón, que son consagrados para quemar incienso. Sal del
santuario, porque has sido infiel y no recibirás honra de HaShem Dios. Pero
Uziyá, con un incensario en su mano para quemar incienso, se llenó de ira; y
mientras estaba airado contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente,
delante de los sacerdotes en la casa de HaShem, junto al altar del incienso.”
(LBLA revisada)
El rey Uziyá fue castigado por
entrar en el ministerio sacerdotal que no le correspondía. Esto nos enseña que
esta plaga no cae solamente sobre una persona que ha cometido el pecado
de lashón hará, sino también puede venir por otros motivos.
En 2 Reyes 5:1-27 está escrito:
“Y Naamán, capitán del ejército del rey de
Aram, era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque
por medio de él HaShem había dado la victoria a Aram. También el hombre era un
guerrero valiente, pero leproso. Y habían salido los arameos en bandas y habían
tomado cautiva a una muchacha muy joven de la tierra de Israel, y ella estaba
al servicio de la mujer de Naamán. Y ella dijo a su señora: ¡Ah, si mi señor
estuviera con el profeta que está en Shomrón! El entonces lo curaría de su
lepra. Naamán entró y habló a su señor, diciendo: Esto y esto ha dicho la
muchacha que es de la tierra de Israel. Entonces el rey de Aram dijo: Ve ahora,
y enviaré una carta al rey de Israel. Y él fue y llevó consigo diez talentos de
plata y seis mil siclos de oro y diez mudas de ropa. También llevó
al rey de Israel la carta que decía: Y ahora, cuando llegue a ti esta carta, he
aquí, verás que te he enviado a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra.
Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos, y
dijo: ¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida, para que éste me
mande a decir que cure a un hombre de su lepra? Pero considerad ahora, y ved
cómo busca pleito conmigo. Y al oír Elisha, el hombre de Dios, que el rey de
Israel había rasgado sus vestidos, envió aviso al rey diciendo: ¿Por qué has
rasgado tus vestidos? Que venga él a mí ahora, y sabrá que hay profeta en
Israel. Vino, pues, Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la
entrada de la casa de Elisha. Y Elisha le envió un mensajero, diciendo: Ve y
lávate en el Yaradén siete veces, y tu carne se te restaurará, y quedarás
limpio. Pero Naamán se enojó, y se iba diciendo: He aquí, yo pensé:
"Seguramente él vendrá a mí, y se detendrá e invocará el nombre de HaShem
su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra.” (LBLA
revisada) ¿No son el Abaná y el Farfar, ríos de Damesek, mejor que todas las
aguas de Israel? ¿No pudiera yo lavarme en ellos y ser limpio? Y dio la vuelta,
y se fue enfurecido. Pero sus siervos se le acercaron y le hablaron, diciendo:
Padre mío, si el profeta te hubiera dicho que hicieras alguna gran cosa, ¿no la
hubieras hecho? ¡Cuánto más cuando te dice: "Lávate, y quedarás
limpio"! Entonces él bajó y se sumergió siete veces en el Yardén conforme
a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño
pequeño, y quedó limpio. Y regresó al hombre de Dios con toda su compañía, y
fue y se puso delante de él, y dijo: He aquí, ahora conozco que no hay Dios en
toda la tierra, sino en Israel. Te ruego, pues, que recibas ahora un presente
de tu siervo. Pero él respondió: Vive HaShem, delante de quien estoy, que no
aceptaré nada. Y Naamán le insistió para que lo recibiera, pero él rehusó. Y Naamán
dijo: Pues si no, te ruego que de esta tierra, se le dé a tu siervo la carga de
un par de mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá ofrendas de ascensión ni
sacrificará a otros dioses, sino a HaShem. Que HaShem perdone a tu siervo en
esto: Cuando mi señor entre en el templo de Rimón para adorar allí y se apoye
en mi mano, y yo me incline en el templo de Rimón cuando tenga que adorar allí,
que HaShem perdone a tu siervo por esto. Y él le dijo: Vete en paz. Y se alejó
de él a cierta distancia. Pero Guejazi, criado de Elisha, el hombre de Dios,
dijo para sí: He aquí, mi señor ha dispensado a este Naamán arameo al no
recibir de sus manos lo que él trajo. Vive HaShem que correré tras él y tomaré
algo de él. Y Guejazi siguió a Naamán. Cuando Naamán vio a uno corriendo tras
él, bajó de su carro a encontrarle, y dijo: ¿Está todo bien? Y él dijo: Todo
está bien. Mi señor me ha enviado, diciendo: "He aquí, en este momento dos
jóvenes de los hijos de los profetas han venido a mí de la región montañosa de
Efrayim. Te ruego que les des un talento de plata y dos mudas de ropa.” (LBLA
revisada) Y Naamán dijo: Dígnate aceptar dos talentos. Y le insistió y ató dos
talentos de plata en dos bolsas con dos mudas de ropa, y los entregó a dos de
sus criados; y éstos los llevaron delante de él. Cuando llegó al monte, los
tomó de sus manos y los guardó en la casa, luego despidió a los hombres y ellos
se fueron. Entonces él entró y se puso delante de su señor. Y Elisha le dijo:
¿Dónde has estado, Guejazi? Y él respondió: Tu siervo no ha ido a ninguna
parte. Entonces él le dijo: ¿No iba contigo mi corazón, cuando el hombre se
volvió de su carro para encontrarte? ¿Acaso es tiempo de aceptar dinero y de
aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la
lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre. Y él
salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.” (LBLA revisada)
Este texto nos enseña que Naamán, un
gentil, tenía tsaráat. Así que esta plaga no solamente cae sobre
los hijos de Israel sino también sobre los gentiles. El siervo de Elisha,
Guejazi, mintió y hurtó y por estos dos pecados vino la tsaráat sobre
él y sobre sus hijos. Esto nos enseña que no solamente es aplicada sobre el que
peca con lashón hará sino también por otros
delitos. El Talmud[3] menciona siete pecados que traen la plaga de tsaráat sobre
el que no se arrepiente: lashón hará, asesinato, inmoralidad, falso
juramento, arrogancia, robo y avaricia.
13:3 “Y el sacerdote mirará la
afección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la afección se ha vuelto
blanco, y la afección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una
afección de tsaráat; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará
impuro.” (LBLA revisada) – Esta plaga tiene tres síntomas:
1. Los
pelos son blancos y el área afectada parece más profunda que el resto de la
piel, v. 3.
2. La
mancha se extiende sobre la piel, v. 7.
3. Hay
carne viva en la mancha, v. 10.
Los sacerdotes tienen la autoridad para
declarar tamé o tahor, impuro o puro, a una
persona o un objeto. Cuando la persona tiene esta plaga no se vuelve impura
hasta que el sacerdote haya hecho una declaración de impureza. Tampoco se
vuelve pura hasta que el sacerdote le declare pura. Así que, finalmente es la
palabra del sacerdote que decide cuándo la persona es tamé o tahor.
La declaración del sacerdote tenía una implicación social importante. El
afectado no podía vivir dentro de la comunidad, sino tenía que vivir sólo,
fuera del campamento o fuera de una ciudad si estaba amurallada.
Según Maimónides, el propósito de la
declaración de tamé es:
·
Alejar todo desaseo.
·
Preservar el santuario.
·
Precaverse de las costumbres vulgares que
en tales casos de impureza imponían los sabeos.
·
Aligerar tan penosa carga y conseguir que
lo que es y no es impuro no entorpeciera al hombre en ninguna de sus
ocupaciones, ya que esa materia solamente concierne al santuario y las cosas
sacras.
13:6 “El sacerdote lo examinará de nuevo
al séptimo día; y si la afección ha atenuado, y la afección no se ha extendido
en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una postilla. Y
lavará sus vestidos y quedará limpio.” (LBLA) – Una enfermedad necesita
sanidad, pero una persona que ha sido afectada por tsaráat necesita
ser limpiada. Aunque Moshé pide a HaShem que sane a Miriam de esta plaga, cf.
Números 12:13, en la gran mayoría de los textos no se habla de ser sanado, sino
de ser limpio, en hebreo tahor, cf. 2 Reyes 5:10.
En Mateo 8:2-4 está escrito:
“Y he aquí, se le acercó un leproso y se
postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo la
mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.
Entonces Yeshúa le dice: Mira, no se lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al
sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moshé, para que les sirva de
testimonio a ellos.” (LBLA revisada)
En este texto no se habla de sanar una
enfermedad sino de limpiar de la plaga de tsaráat. Yeshúa no dijo:
“sé sanado”, sino “sé limpio”. Yeshúa no le sanó sino lo limpió. Esto nos da
pie a pensar que no se trata de una enfermedad como las otras, sino de una
plaga sobrenatural que viene sobre el que no se arrepiente a tiempo.
13:12-13 “Y si la tsaráat brota y se
extiende en la piel, y la tsaráat cubre toda la piel del que tenía la afección,
desde su cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces el
sacerdote mirará, y he aquí, si la tsaráat ha cubierto todo su cuerpo,
declarará limpio al que tenía la afección; se ha vuelto toda blanca y él es
limpio.” (LBLA revisada) – En Isaías 1:18 se encuentra una referencia a
este versículo, según está escrito:
“Venid ahora, y razonemos -dice HaShem-
aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos;
aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.” (LBLA revisada)
De esto aprendemos que la tsaráat está
simbolizando el pecado. El pecado es lepra, tsaráat, para el alma.
13:45-46 “En cuanto al afectado de tsaráat
que tenga la afección, sus vestidos estarán rasgados, dejará crecer el cabello
de su cabeza, se cubrirá el bigote y gritará: ¡Impuro, impuro! Permanecerá
impuro todos los días que tenga la afección; es impuro. Vivirá solo; su morada
estará fuera del campamento.” (LBLA revisada) – Una persona afectada por
esta plaga no podía vivir con los demás. Si su pecado había sido lashón
hará, que tiene que ver con la relación social, ya no podía tener contacto
con los demás, tenía que vivir solo. Ni siquiera tenía el derecho de asociarse
con otras personas impuras. Así no podía pecar más con su lengua.
En Mateo 26:6 está escrito:
“Y hallándose Yeshúa en Beit-Anyá, en casa
de Shimón el leproso” (LBLA revisada)
Si un “leproso” no podía vivir con los
demás, ¿cómo es posible que se diga que Yeshúa estaba en la casa de un
“leproso”, uno que tenía la plaga de tsaráat? Podemos presentar
algunas interpretaciones diferentes:
· Shimón
había tenido tsaráat y había sido limpiado.
· Shimón
no estaba viviendo en su casa en esos momentos, sino sólo, fuera de la ciudad.
· La
traducción no es correcta. En la Biblia aramea se usa la palabra garabá,
que significa “alfarero”, “artesano”. La palabra aramea garbá significa
“leproso”. Por lo tanto, vemos que los que tradujeron el texto al griego del
arameo cometieron un error al entender la palabra garabá como garbá,
alfarero como leproso. Una traducción correcta del arameo sería entonces: La
casa de Simón el alfarero. Esta es una de las evidencias de que los textos de
Mateo y Marcos (ver 14:3) no fueron escrito en griego originalmente.
El hecho de que la Torá está tomando mucho
espacio explicando todos los detalles en cuanto a la plaga de tsaráat,
“lepra”, ha hecho que los sabios de nuestro pueblo hayan conectado esta plaga
con el Mesías. En el Talmud[4] está escrito:
“Rab dijo: El mundo fue creado sólo por
causa de David.[5] Shmuel dijo: Por causa de
Moshé;[6] R. Yojanán dijo: Por causa
del Mesías. ¿Cuál es su nombre? – La Escuela de R. Shila dijo: Su nombre es
Shiló, porque está escrito, hasta que venga Shiló.[7] La Escuela de R. Yanai dijo:
Su nombre es Yinón, porque está escrito, Su nombre permanecerá para siempre:[8] mientras dure el sol, su nombre es Yinón.[9] La Escuela de R. Janiná
sostenía: Su nombre es Janiná, como está escrito, Donde no os mostraré Janiná
(clemencia).[10] Otros dicen: Su nombre es
Menajem hijo de Jizkiyá, porque está escrito, porque lejos de mí está Menajem
(el consolador), el que reanima mi alma.[11] Los rabinos dijeron: Su
nombre es “el estudioso leproso”, como está escrito, Ciertamente llevó nuestras
penas, y cargó nuestras tristezas: sin embargo, nosotros le consideramos como
un leproso, herido de Dios y afligido.[12]”
Cuando en el Talmud aparece la expresión:
“los rabinos dijeron”, significa que esta es la línea oficial de interpretación
del judaísmo rabínico de la época. Esto nos enseña, en primer lugar, que el
Talmud identifica Isaías 53 con el Mesías. En segundo lugar, está destacando el
hecho de que el Mesías tenía que ser “leproso”, en el sentido de que tendría
que cargar las enfermedades y los pecados del pueblo.
¿Quién es ese Mesías?
¡Su nombre es Yeshúa!
Metsorá
Significa “el que tiene tsaráat”.
Comentarios
HaShem ha puesto su morada entre los hijos de Israel. Su presencia santa
requiere que los hijos de Israel vivan una vida santa. El santuario terrenal
puede ser contaminado por medio de las impurezas rituales de los hijos de
Israel, y para evitarlo, ellos necesitan conocer todas las normas acerca de lo
que produce impureza y cómo ser libres de ella. Por esta razón, en los
capítulos 11 hasta 15 de Levítico, la Torá va desarrollando una enseñanza
profunda en cuanto a la impureza ritual. Por medio del cumplimiento de estas
reglas el pueblo podrá vivir en un campamento donde mora la presencia divina.
El capítulo 11 habla de la prohibición de comer animales impuros. El tipo de
impureza que es producida por medio de eso no puede ser eliminado por medio de
ritos de purificación y es más grave que el resto. Al tocar los cadáveres de
los animales impuros se produce la impureza ritual en los hombres, pero esta
impureza puede ser eliminada por medio de actos de purificación. El capítulo 12
habla de la impureza producida en la mujer por un parto. El capítulo 13 habla
de la impureza producida por la plaga de tsaráat, traducida como
“lepra”. En el capítulo 14 se habla de la purificación de tsaráat en
una persona y cómo tratar con esa plaga en una casa. En el capítulo 15 se encuentra
la enseñanza de la impureza ritual producida por flujos que vienen de los
aparatos reproductores del hombre y de la mujer.
Todas estas instrucciones han sido dadas con el fin de evitar que el
tabernáculo sea contaminado y el pueblo dañado por la presencia divina que está
en medio de ellos, tanto en el desierto como luego en la tierra prometida. Las
reglas en cuanto a la impureza ritual tienen que ver con la santidad en
relación con la presencia física de HaShem dentro el pueblo de Israel, en el tabernáculo
y en el templo. Algunas de estas reglas son aplicables solamente cuando hay un
santuario, como por ejemplo las que requieren sacrificios. Pero otras de estas
reglas son aplicables aún en la ausencia del santuario, como las del cashrut y
de nidá. Mientras que no tenemos templo, no podemos guardar las
leyes que tienen que ver con los sacrificios, pero sí podemos guardar las
reglas de no comer animales inmundos y la purificación de nuestros cuerpos por
medio de una mikvé. El pueblo judío sigue guardando las
instrucciones en cuanto a la pureza ritual que son aplicables sin el santuario,
porque sigue siendo un pueblo santo.
Las reglas de tsaráat sólo son aplicables dentro de la
tierra de Israel cuando hay templo, así que no aplicarán hasta que el tercer templo
sea construido.
En la parashá pasada vimos como el Talmud menciona que el
nombre del Mesías es “el estudioso leproso”. Por lo tanto las leyes de la
purificación de tsaráat están íntimamente relacionadas con él,
y más concretamente con su muerte y resurrección, como veremos a continuación.
Primera aliyá, 14:1-12
14:2 “Esta será la ley del leproso en los días de su
purificación. Será llevado al sacerdote” (LBLA) – Según mi conocimiento, antes
de venir Yeshúa no había habido ningún caso de tsaráat en la
historia de Israel, que haya podido cumplir este mandamiento de la Torá en
cuanto a mostrarse ante el sacerdote y presentar la ofrenda después de haber
sido sanado, excepto el caso de Miryam, la hermana de Moshé. Ella fue golpeada
con esta plaga y seguramente cumplió con este mandamiento, cf. Números 12.
Naamán, el siervo sirio, fue limpiado de su tsaráat cuando se
sumergió en el río Yardén por mandato del profeta Elishá. Pero como él no era
israelita, no fue aplicado sobre él el mandamiento de ir al sacerdote y
presentar ofrendas. ¿Entonces por qué la Torá ha dado estas instrucciones, si
no han sido necesarias a lo largo de la historia de Israel? Como una respuesta
a esta inquietud surgió la idea de que cuando venga el Mesías, una de las cosas
que él hará es limpiar a los hombres de la tsaráat. Esa será una de
las señales del verdadero Mashíaj. Por esto está escrito en Lucas
7:18-23:
“Entonces los discípulos de Yojanán le informaron de todas estas cosas. Y
llamando Yojanán a dos de sus discípulos, los envió al Señor, diciendo: ¿Eres
tú el que ha de venir, o esperamos a otro? Cuando los hombres llegaron a él,
dijeron: Yojanán HaMatbil nos ha enviado a ti, diciendo: "¿Eres tú el que
ha de venir, o esperamos a otro?" En esa misma hora curó a muchos de enfermedades
y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. Y
respondiendo él, les dijo: Id y contad a Yojanán lo que habéis visto y oído:
los CIEGOS RECIBEN LA VISTA, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los POBRES
SE LES ANUNCIA LA BUENA NUEVA. Y dichoso es el que no se escandaliza de mí.”
(LBLA revisada)
La expresión “el que viene” es una expresión mesiánica. El Mesías es “el
que viene”, en hebreo habá. La respuesta que Yeshúa da a los
discípulos de Yojanán nos enseña que el hecho de que los “leprosos” son
limpiados es una de las señales que el pueblo esperaba para saber quién era el
verdadero Mesías, cf. Isaías 29:18; 35:5-6.
En Mateo 8:3-4 está escrito:
“Y extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante
quedó limpio de su lepra. Entonces Yeshúa le dice: Mira, no se lo digas a
nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moshé,
para que les sirva de testimonio a ellos.” (LBLA revisada)
¿Cuál fue el testimonio que los sacerdotes iban a recibir? El testimonio de
que el Mesías ya había venido. Por medio de este milagro, todos los sacerdotes
en el templo podrían saber que el Mesías ya estaba presente. Seguramente esta
es una de las razones por las que muchos de los sacerdotes luego creyeron en
Yeshúa, como está escrito en Hechos 6:7:
“Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba
en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.” (LBLA)
14:3 “y el sacerdote saldrá fuera del campamento. El sacerdote
lo examinará, y si la afección ha sido sanada en el leproso” (LBLA) –
Aquí vemos que aparece la palabra “sanado” en relación con la plaga de tsaráat.
Como hemos dicho antes, las Escrituras hablan más de ser limpiado de esta plaga
que de ser sanado. Pero este texto nos enseña que es obvio que hace falta un
acto de sanidad para que una persona pueda ser limpiada de esta plaga.
14:4 “el sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias,
madera de cedro, lana carmesí e hisopo para el que ha de ser purificado.”
(LBLA) – Los rabinos reconocen que no conocen a fondo el significado del
por qué se usan estos ingredientes para la purificación del metsorá.
Rashí y el Midrash[1] asocian las aves con las
palabras sueltas de lashón hará que el metsorá habló
para traer sobre sí la plaga de tsaráat. También asocian el cedro
con la soberbia y el hisopo con la humildad. Como la soberbia es una de las
razones por las que vino esta plaga sobre el hombre, ahora tendrá que ser
purificado por medio de dos elementos que hablan de la soberbia y la humildad.
Por otro lado las Escrituras nos enseñan que las aves representan al hombre.
Una de estas dos aves morirá y la otra será soltada libre. Esto puede
representar dos cosas. En primer lugar representa al que tenía la plaga
de tsaráat y que estaba como muerto, sin poder tener relación
con nadie, expulsado fuera del campamento de Israel. Así el ave que tiene que
morir, simboliza la muerte del metsorá. El ave viva que es soltada
representa al metsorá que ahora es liberado de esta plaga
mortal que le ataba.
En segundo lugar, y ante todo, las dos aves representan al Mesías, y
específicamente su muerte y resurrección. El ave que muere anuncia la muerte
del Mesías y el ave que es soltada anuncia la resurrección del Mesías. Todo el
proceso de purificación de tsaráat está relacionado con el
Mesías. Por eso podemos encontrar en este contexto también un trozo de madera
que indica que la muerte del Mesías tiene que ocurrir sobre un madero. Como
aquí se usa madera de cedro, es posible que la viga horizontal, donde fue colgado
Yeshúa, haya sido de cedro.
En Números 19 el cedro, el hisopo y la lana carmesí también están
mencionados como medios de purificación por medio de las ascuas de la vaca
roja, como está escrito en el versículo 6:
“Y el sacerdote tomará madera de cedro, e hisopo y lana carmesí, y los
echará en medio del fuego en que arde la novilla.” (LBLA)
El cedro es uno de árboles más altos. La madera de cedro fue la madera más
cara y apreciada, cf. 2 Samuel 7:2, 7; 1 Reyes 6:9, 18.
La lana carmesí simboliza la sangre y el ministerio sacerdotal. La lana
viene de la oveja y fue teñida en un color rojo. Esto nos habla también de la
muerte del Mesías. El Mesías está representado por “el hilo rojo” que atraviesa
toda la Escritura, cf. Josué 2:18, 21.
Mientras que el cedro es uno de los árboles más altos, el hisopo es una de
las plantas más bajas. Por esta razón el rey Shelomó toma estas dos plantas
como dos extremos, como está escrito en 1 Reyes 4:33a:
“Disertó sobre los árboles, desde el cedro que está en el Levanón
hasta el hisopo que crece en la pared.” (LBLA revisada)
Parte del hisopo puede ser usado para absorber líquidos. Con el hisopo
pudieron pintar los dos postes y el dintel en las casas en Egipto y también
salpicar agua y sangre sobre el pueblo en el desierto, cf. Éxodo 12:22; Hebreos
9:19. El hisopo es mencionado por primera vez en relación con la redención de
Egipto por medio de la sangre del cordero. También está incluido en la
ceremonia de la purificación por medio de las aguas purificadoras producidas
por medio de las ascuas de la vaca roja, como está escrito en Números 19:18:
“Y una persona limpia tomará hisopo y lo mojará en el agua, y lo rociará
sobre la tienda y sobre todos los muebles, y sobre las personas que estuvieron
allí y sobre aquel que tocó el hueso, o al muerto, o al que moría por causas
naturales, o la tumba.” (LBLA)
En el Salmo 51:7 está escrito:
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que
la nieve.” (LBLA)
No cabe duda de que la purificación de la plaga de tsaráat es
la base para la oración del rey David en este Salmo. Después de su pecado con
la mujer de Urías, él pide ser purificado con hisopo, para así ser libre de la
“lepra” del pecado. Ser más blanco que la nieve implica tener un estado de
pureza superior al que tiene un hombre que está cubierto enteramente con la plaga
de tsaráat de manera que se haya vuelto totalmente blanco,
como está escrito en Levítico 13:13:
“entonces el sacerdote mirará, y he aquí, si la lepra ha cubierto todo su
cuerpo, declarará limpio al que tenía la afección; se ha vuelto toda blanca y
él es limpio.” (LBLA)
En Juan 19:29 está escrito:
“Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja
empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca.”
(LBLA)
Es muy significativo que el hisopo vuelve a la escena en relación con la
muerte de Yeshúa. Esto nos enseña que la muerte del Mesías está relacionada con
el acto de purificación de la tsaráat.
14:5 “Después el sacerdote mandará degollar una de las avecillas en una
vasija de barro sobre agua corriente.” (LBLA) – La vasija de barro
representa al cuerpo humano, que fue sacado de la tierra, cf. 2 Corintios 4:7.
El agua corriente puede representar la Torá o el Espíritu del Altísimo. El agua
también podrá simbolizar la muerte, cf. 2 Samuel 14:14; Juan 19:34.
14:6 “En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la
madera de cedro, el cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la
avecilla viva en la sangre del ave muerta sobre el agua corriente.”
(LBLA) – La avecilla viva que está juntada con madera de cedro representa
al Mesías que fue colgado sobre madera para así limpiar al hombre de la lepra
del pecado. La avecilla viva es sumergida en la sangre del ave muerta. Esto
representa el momento de la muerte de Yeshúa. El ave viva no es dejada en la
sangre en el agua hasta que muera, sino es sacada de allí. Esto simboliza la
muerte y resurrección del Mesías.
Las dos aves también podrían representar las dos inclinaciones dentro del
hombre, el yetser hará y el yetser hatov,
la mala inclinación y la buena inclinación. La primera de estas tiene que morir
y la otra podrá vivir. Esto también es un resultado de la obra redentora del
Mesías Yeshúa.
14:7 “Después rociará siete veces al que ha de ser purificado de
la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto.”
(LBLA) – El ave soltada simboliza la libertad del que es purificado y
también de la vida de resurrección del hombre cuando finalmente será liberado
del pecado y de la muerte. Esto también es un resultado de la muerte y
resurrección del Mesías Yeshúa.
14:10 “En el octavo día tomará dos corderos sin defecto, una cordera de un
año sin defecto, tres décimas de una efá de flor de harina mezclada con aceite
como ofrenda de cereal y un log de aceite” (LBLA) – La purificación
finalmente se llevó a cabo en el octavo día. El octavo día anuncia dos cosas:
el día de la resurrección del Mesías, (el día después de una semana entera),
que es la base para la liberación del hombre que ha sido infectado con la lepra
del pecado. El octavo día también habla del octavo milenio después de Adam,
cuando todos los hombres sobrevivientes, que no participaron de la primera
resurrección, finalmente serán liberados del pecado. Durante el milenio estarán
presentes los que sobrevivieron la última guerra contra Yerushalayim,
cf. Zacarías 14; Revelación 19. Durante el reinado mesiánico habrá dos clases
de hombres, los redimidos y los sobrevivientes. Los que antes habían puesto su
fe en el Mesías Yeshúa serán resucitados y/o transformados para obtener cuerpos
glorificados. Ellos son los redimidos. Ellos participarán de la primera
resurrección.
Sin embargo, no todos los hombres serán transformados con la segunda venida
del Mesías. Según entiendo, los que no son matados durante el resplandor de su
venida, tendrán sus cuerpos mortales y vivirán en paz bajo el reinado
mesiánico. Ellos son los sobrevivientes. Estos hombres mortales tendrán la
oportunidad de pasar al siglo siguiente, en el octavo milenio después de Adam,
pero bajo otras condiciones que los redimidos que participaron de la primera
resurrección. Ellos también serán liberados del pecado, que todavía tenían
durante el reino mesiánico, porque está escrito en 2 Pedro 3:13:
“Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra,
en los cuales mora la justicia.” (LBLA)
En esos nuevos cielos y nueva tierra, que vendrán después del reino
milenial mesiánico, sólo morará la justicia. Así que el pecado habrá sido
totalmente eliminado. El octavo milenio después de Adam, es decir, en la era
que vendrá después del reinado mesiánico, no habrá pecado, y la lepra del
pecado del hombre será finalmente eliminada. Esto también es un resultado de la
muerte y resurrección del Mesías Yeshúa.
Segunda aliyá,
14:13-20
14:14 “Entonces el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por la culpa,
y la pondrá el sacerdote sobre el cartílago de la oreja derecha del que ha de
ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie
derecho.” (LBLA revisada) – Es posible que este versículo muestra que el
que es purificado necesitará la sangre sobre tres lugares que representan aquel
pecado que le llevó a recibir la tsaráat. Si su oreja estuchó lashón
hará, si metió la mano donde no debía y si puso su pie donde no le
correspondía, fue golpeado con tsaráat. Por eso su purificación es
aplicada sobre estos tres lugares de su cuerpo.
Este rito es muy similar al rito de la instalación de los sacerdotes en el
tabernáculo, como está escrito en Éxodo 29:20:
“Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el
cartílago de la oreja derecha de Aharón, y sobre el cartílago de la oreja
derecha de sus hijos, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar
de su pie derecho, y rociarás el resto de la sangre en el altar por todos los
lados.” (LBLA revisada)
¿Cómo vamos a entender esto? Tanto los sacerdotes como el que es purificado
de tsaráat es objeto del mismo rito. Por un lado podríamos
entenderlo como que el que había tenido tsaráat ahora tiene el
derecho para acercarse al tabernáculo. En ese sentido se asemeja al ministerio
del sacerdote que tiene el derecho de estar cerca de HaShem.
Sin embargo, por el otro lado hay algo más profundo aquí. Como el Mesías
está asociado con un hombre “leproso”, llamado en el Talmud “el estudioso
leproso”, todo este proceso de purificación del metsorá está
hablando de lo que el Mesías tenía que pasar para poder entrar en su gloria.
Como él no tenía propio pecado, pudo cargar sobre sí el pecado de todo el
mundo. De esta manera la lepra del pecado del hombre fue cargada sobre él, como
está escrito en Isaías 53:4-6:
“Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores;
con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas
él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El
castigo, por nuestra paz, cayó sobre él, y por sus heridas hemos sido sanados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su
camino; pero HaShem hizo que cayera sobre él la iniquidad de todos nosotros.”
(LBLA revisada)
Después de la resurrección Yeshúa fue limpiado de la impureza que había
obtenido por medio de la lepra del pecado, como está escrito en Zacarías
3:2b-5:
“¿No es éste un tizón arrebatado del fuego? Y Yehoshúa estaba vestido de
ropas sucias, en pie delante del ángel. Y éste habló, y dijo a los que estaban
delante de él: Quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de
ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala. Después dijo: Que le pongan un
gorro limpio en la cabeza. Y le pusieron un gorro limpio en la cabeza y le
vistieron con ropas de gala; y el ángel de HaShem estaba allí.” (LBLA revisada)
Mediante este acto de purificación Yeshúa fue introducido en el ministerio
sacerdotal según el orden de Malki-Tsedek. Por eso hay una semejanza entre el
rito de purificación del metsorá y la instalación en el
ministerio sacerdotal, cf. Éxodo 29:7, 20-21; Levítico 14:14, 17-18.
Tercera aliyá,
14:21-32
14:21 “Pero si es pobre y no tiene suficientes recursos, entonces tomará un
cordero como ofrenda por la culpa, como ofrenda mecida, a fin de hacer
expiación por él, y una décima de una efá de flor de harina mezclada con aceite
para ofrenda de cereal, y un log de aceite” (LBLA revisada) – Aunque
el hombre sea pobre no hay rebaja en cuanto al animal que se tenía que dar como
ofrenda por la culpa. Tanto el rico como el pobre tenían que dar un cordero por
la culpa. Esto nos enseña que el precio para liberar al hombre no puede
rebajarse, es el mismo para el rico como para el pobre. El precio es la muerte
del Cordero de Dios. Por medio de la muerte del Cordero tanto el rico como el
pobre podrán ser libres del pecado y purificados para poder entrar en el
santuario celestial y estar cerca de HaShem y servir en el ministerio de
Malki-Tsedek.
Cuarta aliyá,
14:33-53
14:34 “Cuando entréis en la tierra de Kenáan, que os doy en posesión, y
ponga yo una marca de lepra sobre una casa en la tierra de vuestra
posesión” (LBLA revisada) – Esta ley sólo se aplica sobre las casas
en la tierra de Israel. Sin embargo, las casas que están en la ciudad de
Jerusalén nunca podrán ser declaradas impuras. Además las casas tenían que ser
de una manera especial para que esta ley aplicara sobre ellas. Sólo las casas
que tenían piedra, madera y tierra en las paredes podían ser declaradas tamé,
cf. 14:45.
14:45 “Derribará, pues, la casa, sus piedras, sus maderas y todo el
emplaste de la casa, y los llevará fuera de la ciudad a un lugar impuro.”
(LBLA) – El mundo es una casa. HaShem ha enviado sus ángeles para
inspeccionar si la casa está libre de contaminación. Pero aunque fue raspada
una vez por medio del diluvio, volvió a aparecer la maldad y se está
extendiendo. Por lo tanto no queda más remedio que derribar la casa. Este mundo
será destruido después del milenio del reino mesiánico, como está escrito en 2
Pedro 3:10-13:
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán
con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la
tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas estas cosas
han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser
vosotros en santa conducta y en piedad, esperando y apresurando la venida del
día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos
se fundirán con intenso calor! Pero, según su promesa, nosotros esperamos
nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” (LBLA)
Quinta aliyá,
14:54 – 15:15
15:2 “Hablad a los hijos de Israel y decidles: "Cuando
cualquier hombre tenga flujo de su cuerpo, su flujo es impuro.” (LBLA) –
La palabra hebrea que ha sido traducida como flujo es zav,[2] y significa “emisión”,
“flujo”, “corriente”, “emanación”. Aquí no se refiere a la emisión de semen,
sino de otro tipo de flujo. Como la palabra flujo se repite dos veces, se
deduce que la impureza ritual empieza a partir de la segunda emisión de flujo.
Este tipo de impureza es más severo que la impureza producida por la emisión
del semen y requiere sacrificios para su purificación, cf. v. 14-15.
15:4 “Toda cama sobre la cual se acueste la persona con flujo
quedará impura, y todo sobre lo que se siente quedará impuro.” (LBLA) –
Rashí destaca que los verbos “se acueste” y “se siente” están escritos de
manera que no puede referirse a objetos que están designados para otra función
que la de recostarse o sentarse. Con otras palabras, sólo se refiere a camas y
sillas.
15:5 “Además, cualquiera que toque su cama lavará su ropa, se
bañará en agua y quedará impuro hasta el atardecer” (LBLA) – Una cama
que ha sido tocada por el zav, el que padece flujo, se ha
convertido en una fuente primaria de impureza, en hebreo av hatumá y
por eso tiene la capacidad para transmitir impureza a las personas. La persona
que ha tocado una cama tocada por un zav transmite incluso
impureza a sus propias ropas. Por eso tendrá que pasar tanto su ropa como todo
su cuerpo por una mikvé para poder ser tahor,
ritualmente puro. La purificación se hace efectiva a la caída del sol.
Si el zav toca otros objetos, no se convierten en fuente
primaria de impureza, sino en resultado de impureza, en hebreo velad
hatumá, y sólo pueden transmitir impureza ritual a alimentos y bebidas.
El hecho de que la persona que se ha sumergido en una mikvé no
obtiene pureza ritual hasta la tarde es una indicación de que lo que finalmente
hace efectiva la purificación es la muerte del Mesías, que ocurrió por la
tarde.
15:9 “Y toda montura sobre la cual cabalgue la persona con el
flujo quedará impura.” (LBLA) – Una montura queda impura pero no con el
mismo grado de impureza que las camas y las sillas que han estado debajo
del zav. Esto significa que el que toque una montura donde ha
cabalgado un zav, no necesita sumergir su ropa en una mikvé,
sino sólo su cuerpo. Según Rashí, esto sólo se refiere a las partes de la
montura que no son el mismo asiento. En asiento obtiene el mismo nivel de
impureza que una silla.
15:13 “Cuando el hombre con el flujo quede limpio de su flujo, contará para
sí siete días para su purificación; entonces lavará su ropa, bañará su cuerpo
en agua corriente y quedará limpio.” (LBLA revisada) – La palabra hebrea
que ha sido traducida como “corriente” es jai,[3] que significa “vivo”, “crudo”,
“fresco”. Esto nos enseña que sólo el agua viva, de manantial, es capaz de
purificar un cuerpo que tiene impureza ritual. Por lo tanto, para que una mikvé pueda
purificar, tendrá que tener aguas que hayan sido introducidas en la mikvé de
manera natural, no por medio de la intervención del hombre. Con otras palabras,
una piscina a la cual el agua haya sido llevada por la fuerza del hombre, por
una bomba de agua, o por tuberías de metal (que pueden llegar a ser impuras),
no es apta para la purificación. El agua tiene que llegar a esa mikvé de
manera natural.
Sexta aliyá,
15:16-28
15:16 “Y si un hombre tiene emisión de semen, bañará todo su cuerpo en agua
y quedará impuro hasta el atardecer.” (LBLA) – Los versículos 2-15 tratan
del caso de un hombre zav, que es impuro por el flujo que sale
desde su miembro viril, sin que tenga emisión de semen. A partir del versículo
16 la Torá da instrucciones acerca del que tiene emisión seminal. La emisión de
semen produce un estado de tamé en el hombre, pero en un nivel
inferior al del zav. La Torá dice que el hombre que tiene emisión
de semen tendrá que “bañar” todo su cuerpo en agua para poder ser purificado a
la caída del sol. La palabra hebrea que ha sido traducida como “bañará”
es rajats,[4] que significa “lavar”,
“bañar”, “limpiar”, “hacer abluciones”, “purificar con agua”, cf. 2 Reyes 5:10,
14.
Ahora, si él usa cualquier agua para lavarse, no será purificado, puesto
que el agua quedaría impura al tocar al que es tamé. Hemos visto en
Levítico 11:36 que la única agua que no puede volverse impura es la que está en
una mikvé compuesta por una fuente natural y un hoyo. Por lo
tanto, la única agua que sirve para lavarse de la impureza es el agua de
una mikvé con esas características. Muchos ríos y lagos son
aptos para la purificación, cf. Juan 3:22-23.
Este versículo dice que todo el cuerpo, literalmente “toda su carne”, tiene
que ser bañado en el agua. Levítico 11:32 enseña que los objetos que son introducidos en
el agua de una mikvé son purificados. De esto deducimos que es
necesario que el que se purifique se sumerja en el agua.
Además tiene que estar sin ropa y sin objetos que obstruyan el contacto directo
con el agua, con otras palabras, tiene que estar totalmente desnudo para que su
purificación sea válida.
De este versículo también deducimos que el tamaño de la mikvé tiene
que ser suficientemente grande como para que un hombre pueda introducir todo su
cuerpo en ella. El Talmud afirma[5] que tiene que ser de 40 seá,
lo cual corresponde a unos 700 litros (unos 25 pies cúbicos).
15:18 “Si un hombre se acuesta con una mujer y hay emisión de semen, ambos
se bañarán en agua y quedarán impuros hasta el atardecer.” (LBLA) – El
único lugar donde el semen no causa impureza es dentro de la mujer, puesto que
sólo causa impureza ritual cuando toca las partes exteriores de un cuerpo. Así
que la mujer no queda impura por su contacto interior con el semen en la
relación íntima. Antes fue dicho que el hombre que emite semen queda impuro por
ello, pero ¿por qué la mujer queda impura por tener una relación con su marido?
Rashí dice que es por un decreto del Soberano. Con otras palabras, no hay una
explicación lógica por la que una mujer quede impura por tener una relación
cuando haya emisión de semen en su interior.
Después de tres días el semen está muerto y ya no tiene la capacidad para
procrear. Por lo tanto no produce impureza a partir del cuarto día.
Parece que el estado de tamé, impureza ritual, es producido en
el hombre por tener algún tipo de contacto con la muerte. El cuerpo humano
muerto es la fuente principal de impureza ritual. Por lo tanto, la relación
sexual tiene que ver con la muerte, puesto que millones de espermatozoides
mueren sin producir vida humana. El mismo pensamiento está detrás de la
menstruación de la mujer. Por no haberse quedado embarazada, ese óvulo que era
un niño en potencia, es expulsado sin que se haya formado una vida nueva. Esto
es, en cierto modo, un contacto con la muerte y por esto produce impureza
ritual en la mujer.
Las enfermedades que afectan el sistema reproductora en el hombre y en la
mujer producen impureza ritual, porque atentan contra la procreación de la vida
humana.
El Dios de Israel es el Dios vivo y el Dios de los vivos. Por eso es
necesario eliminar todo contacto con la muerte en relación con el culto a él en
el tabernáculo.
15:19 “Cuando una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre,
ella permanecerá en su estado impureza menstrual por siete días; y cualquiera
que la toque quedará impuro hasta el atardecer.” (LBLA) – En los versículos
19-24 se encuentran las instrucciones en cuanto a la mujer durante su estado de
separación mensual, en hebreo nidá. Este versículo dice que el
tiempo de nidá es de siete días.
El primer día es contado cuando ella empieza a manchar con sangre. Independientemente
de la hora del día cuando esto ocurra, ese día se cuenta como el primer día,
incluso si sólo quedaran unos minutos hasta la caída del sol. Así que el día en
que empieza el flujo de sangre es contado como un día entero. Luego ella va
contando los días hasta llegar al final del séptimo día, poco antes de la caída
del sol. Entonces ella se sumerge en una mikvé para
purificarse y, a la caída del sol, queda ritualmente purificada y podrá unirse
con su marido de nuevo durante la noche del octavo día. Esto es lo que enseña
la Torá. Además de esto, los rabinos han hecho una cerca de protección
alrededor de este mandamiento y añadido siete días después del último día de
flujo.
La persona que toca una mujer nidá queda ritualmente
impura y no podría entrar en el templo ni comer de las cosas consagradas o de
los sacrificios durante ese día.
15:24 “Y si un hombre se acuesta con ella y su impureza menstrual lo
mancha, quedará impuro por siete días, y toda cama sobre la que él se acueste
quedará impura.” (LBLA) – La Torá prohíbe que los judíos tengan relaciones
maritales durante el tiempo de la nidá, como está escrito en
Levítico 18:19:
“Y no te acercarás a una mujer para descubrir su desnudez durante su
impureza menstrual (nidá).” (LBLA)
En Levítico 20:18 está escrito:
“Si alguno se acuesta con mujer menstruosa y descubre su desnudez, ha
descubierto su flujo, y ella ha puesto al descubierto el flujo de su sangre;
por tanto, ambos serán cortados de entre su pueblo.” (LBLA)
En Ezequiel 18:5-6 está escrito:
“Pero el hombre que es justo, y practica el derecho y la justicia, y no
come en los santuarios de los montes ni levanta sus ojos a los ídolos de la
casa de Israel, ni amancilla a la mujer de su prójimo, ni se acerca a una mujer
durante su menstruación” (LBLA)
En Ezequiel 22:10 está escrito:
“En ti se ha descubierto la desnudez del padre, en ti han humillado a la
que estaba impura por su menstruación.” (LBLA)
¿Cómo es posible que en Levítico 15:24 se habla de que un hombre pueda
acostarse con una mujer de manera que su impureza menstrual lo manche si está
prohibido tener relaciones durante los siete días de nidá de
la mujer? La explicación lógica es que aquí no se trata de que el hombre se
acueste con su esposa durante la semana de nidá, sino justo al
comenzar esa semana. Sin darse cuenta tuvieron una relación, por equivocación,
justo cuando su flujo empezó. En ese caso el varón queda impuro durante una
semana, al igual que la mujer. En el otro caso, ambos son castigados por la
pena de caret, corte de la persona de su raíz divina y muerte
espiritual.
15:25 “Si una mujer tiene un flujo de sangre por muchos días fuera del
período de su impureza menstrual, o si tiene un flujo después de ese período,
todos los días de su flujo impuro continuará como en los días de su impureza
menstrual; es impura.” (LBLA) – Ahora la Torá trata de la zavá,
que es un caso diferente a la menstruación normal. Se trata de tener flujo de
sangre fuera de los siete días de nidá. En el caso de que la mujer
sangre uno o dos días más, es decir, en total ocho o nueve días, ella no pasa
al estado de zavá, porque está escrito “por muchos días fuera del
periodo de separación”. Necesita haber, por lo menos, tres días de flujo, fuera
del periodo menstrual, para que sean considerados como “muchos días”. Cuando
este flujo de sangre anormal se limita a uno o dos días, ella puede bañarse el
día siguiente al flujo y esperar hasta la tarde. Si no hay flujo por la tarde,
ella se vuelve pura y podrá unirse otra vez con su marido.
Podría ser que el flujo de la menstruación se alargue tres días fuera de
los siete días o podría ser que haya flujo, durante tres días o más, en el
período de los primeros once días después de los siete días de nidá.
En estos casos ella entrará en el estado de zavá y necesitará
tener un periodo de siete días limpios para poder llegar a ser ritualmente
pura. Al final de los siete días limpios ella se sumerge en la mikvé y
a la caída del sol queda pura. En el octavo día necesitará presentar
sacrificios en el templo para su expiación, al igual que el varón cuando es
purificado de su estado de zav, como ya hemos visto en Levítico
15:2-15.
Los rabinos han unificado las leyes de los dos casos de nidá y zavá por
razones de protección del pueblo. Han hecho una cerca de protección alrededor
de la Torá por causa de los peligros de confusión en la aplicación de estas
prescripciones y por el rigor de la pena de caret en el caso
de su violación. El rabí Yaakov Ben Asher escribe:[6]
“Cuando aumentaron las dificultades del exilio, cuando las tribulaciones se
multiplicaron y los corazones se volvieron a afligir, los Sabios temieron que
pudieran producirse errores en el cómputo de los días considerados como puros,
mientras que en realidad eran impuros. Ahora bien, como cualquier error en este
aspecto puede conllevar un “isur caret”, la pena de
cercenamiento, decretaron de una manera general, que la menor pérdida de sangre
impura exige, para volver al estado de pureza, que se cumpla con un período de
siete días puros, previos a la inmersión.”
Esto significa que hoy en día la halajá estipula que después de la última
mancha de sangre que se produce en un paño que se usa para hacer la inspección,
hay que contar siete días limpios, llamados “la semana blanca”. Además la
Guemará dice[7] que las hijas de Israel tomaron esta regla sobre sí mismas lo cual
implica que la aceptaron como obligatoria. Al final de esos siete días la mujer
se sumerge en la mikvé para luego unirse con su marido después
de la caída del sol. Estas reglas hacen que el período de separación sea más
largo que lo que prescribe la Torá. El resultado de un periodo más largo de
abstinencia y espera resulta en una renovación mensual de las emociones
sexuales. El Talmud[8] cita las palabras del rabí Meír diciendo:
“¿Por qué ordena la Torá que la impureza de la menstruación continúe
durante siete días? Porque cuando (el marido) está en contacto constante con su
esposa podrá desarrollar una desgana hacia ella. La Torá, por lo tanto, ordena:
Que sea impura durante siete días para que sea amada por su esposo como el
momento en que ella entró en el lecho nupcial.”
La orden de “una semana blanca” después del flujo normal de menstruación
está basada en las reglas de la zavá. Sin embargo, los resultados
de un periodo más largo de espera, después del tiempo de nidá, son
beneficiosos para el matrimonio.
Las reglas de purificación por tocar una persona impura o un objeto impuro
no se aplican hoy en día en el mundo judío por no haber templo. Sin embargo,
las regulaciones en cuanto a relaciones íntimas sí son aplicadas por los
judíos, incluyendo la “semana blanca”. Pero no son obligatorias para los hijos
de Noaj. Existen otras reglas para los judíos de no tocarse entre hombres y
mujeres y entre esposos durante el tiempo de la nidá, pero no son
por motivos de pureza ritual sino por motivos de pureza moral y castidad, cf.
Levítico 18:19.
Entonces ¿qué deben hacer los justos de las naciones en relación con estas
reglas?
La naturaleza nos enseña que no es sano tener relaciones íntimas durante
los días cuando la esposa esté sangrando. Por eso, aunque no está prohibido por
la Torá, los hijos de Noaj hacen bien en abstenerse durante ese tiempo, que
podrá durar entre 3-7 días. Además considero que los que desean vivir en un
nivel más alto de santidad y tener un matrimonio más sano deben guardar siete
días después del inicio de la menstruación, de la misma manera cómo la Torá
estipula para los judíos. Sin embargo, no necesitan alargar el periodo con una
“semana blanca”, excepto que haya un mutuo acuerdo en alargar el período para
poder dedicarse a la oración, cf. 1 Corintios 7:5.
Además es bueno que también los hombres y las mujeres justos de las
naciones no te toquen, como está escrito en 1 Corintios 7:1b:
“bueno es para el hombre no tocar mujer.” (LBLA)
En esta parashá aparecen los mandamientos 173-183 de los 613.
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